Manuel Cortina Reynoso
Aguascalientes, Ags, 23 de marzo 2015.- (aguzados.com).- El Dr. Insólito o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba es una comedia de humor negro de 1964, una realización angloestadounidense producida y dirigida por Stanley Kubrick. En ella, un general de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Jack D. Ripper, planea, a espaldas de su jefe, el Presidente de los Estados Unidos, dar comienzo a una guerra nuclear contra la Unión Soviética con el objetivo de impedir lo que considera una conspiración comunista para fluorizar el agua –una creencia bastante extendida entre la extrema derecha estadounidense de aquellos años, y que no ha terminado en realidad de desaparecer–.
En una escena[1], el General Ripper pregunta al Capitán Mandrake (uno de los tres personajes que en la película hace Peter Sellers): “¿Alguna vez has visto a un comunista beber un vaso de agua? Vodka es lo que toman, ¿no? ¿Nunca agua?”. El General Ripper, que solamente toma agua destilada, de lluvia o alcohol puro de grano, concluye: “¿Te das cuenta que la fluoración del agua es el complot más monstruoso y peligroso del comunismo que hayamos tenido que enfrentar?”
Se llaman teorías conspirativas, o teorías de la conspiración, y hay cientos de ellas:
Teorías sobre que algunos de los surcos de condensación que quedan detrás de los aviones, compuestos de cristales de hielo o el vapor de agua condensada, son en realidad el resultado de sustancias químicas o agentes biológicos que se rocían deliberadamente a gran altura para propósitos no conocidos.
Cientos de blogs en internet, libros y programas de televisión sostienen que grupos poderosos y secretos (Illuminati, Bilderberg y otros grupos) se están organizando para gobernar la humanidad con un sólo gobierno mundial. Se dice que los grupos financian partidos políticos, hacen uso de ingeniería social, control de la mente y propaganda basada en el miedo para lograr sus propósitos.
Muchos sostienen que el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) fue modificado genéticamente en 1974 por la Organización Mundial de la Salud para elaborar un virus asesino que fue entonces utilizado en un experimento exitoso en África. Otros aseguran que fue creado por la CIA o el KGB como un medio para reducir la población mundial.
Teorías sobre que el ataque terrorista a las torres gemelas y al Pentágono, el 11 de septiembre del 2001, habría sido conocido por el gobierno de Estados Unidos, pero no hizo lo suficiente para detenerlos pues le servía como pretexto para iniciar la guerra en el Medio Oriente.
Se piensa, también, que los atentados contra un edificio de apartamentos en Moscú en 1999 fue una operación efectuada por la FSB (la nueva KGB) para justificar la guerra rusa contra Chechenia.
En el mundo musulmán, muchos creen que tsunami que en 2004 arrasó costas del Océano Índico podría haber sido causado por un experimento nuclear organizado por el gobierno de la India, con la participación de expertos israelíes y estadounidenses, con el fin de exterminar población musulmana que vive en el sureste de Asia, donde se presentaron la mayor parte de las víctimas.
Son muchas las teorías conspirativas, y las hay en todas las regiones de la tierra. Magnicidios, accidentes ocultos de platillos voladores, organizaciones que buscan el dominio mundial, formas de distribución de químicos para reducir la capacidad mental y lograr la "idiotización" de toda la población… bueno, hay quien asegura que la llegada del ser humano a la luna fue filmada en un sótano de Hollywood.
Julio Patán -quien estudió filosofía en la UNAM y es colaborador en La Jornada y otras publicaciones igual de serias- es autor del libro Conspiraciones[2]. El autor nos aclara que el libro no trata sobre las conspiraciones reales, sino de las falsas conspiraciones. En la contraportada de este libro podemos leer:
"Detrás de las teorías de la conspiración está la idea de que todo cuanto ocurre en la sociedad es el resultado de una planeación meticulosa a cargo de algún poderoso cónclave secreto y maligno. Protagonistas habituales de las teorías del complot son los judíos, los masones, las élites financieras, la ONU, los invasores extraterrestres, y se han explicado como efecto de una conspiración universal sucesos y fenómenos como el asesinato de Kennedy, el sida, la globalización o el 11-S. Tales conspiraciones no existen, y acaso no merecerían atención seria si no fueran tan peligrosas."
Patán afirma que el conspiracionista es suspicaz e inmune a la duda “pues sabe que la verdad última es que todo es mentira, valga la paradoja. De ese modo, emprende su búsqueda con la firmeza del iluminado y la tenacidad del ignorante. El teórico de la conspiración avanza, inmune al cansancio, como sólo pueden hacerlo quienes se creen elegidos para atravesar el velo de la mentira con la mirada y atisbar la verdad, la verdad, de nuevo, en un sentido universal. Así, una teoría de la conspiración es una herramienta de interpretación del mundo que excluye todas las demás, una herramienta, sí, de naturaleza paranoica.”
Las teorías conspirativas identifican a un tipo de folclor similar a una leyenda urbana, que consiste en una narración que explica, normalmente con importantes fallas metodológicas, un hecho conocido y cuyo origen es confuso o incierto.
“El mundo es una mascarada, pero la verdad oculta emite señales y deja pistas que el conspiracionista habrá de saber interpretar”.
El manejo de la información masivo que ha provocado el internet y las redes sociales, no han hecho sino fomentar la existencia de estas teorías, y generado una cantidad de desinformación y mentiras, que han generado en personas cultas y preparadas la duda sobre si alguna de estas narraciones es cierta.
Pero la pregunta clave es ¿por qué tantas personas aceptan tan fácilmente estas teorías? La respuesta quizá la encontramos entre la comunidad científica[3]: “El cerebro no evolucionó para procesar información sobre las economías industriales, el terrorismo o la medicina, sino para la supervivencia en la naturaleza. Esto incluye una tendencia a asumir que los depredadores invisibles están al acecho o que los eventos coincidentes están relacionados de alguna manera.
Esto es lo que las hace problemáticas. Cristalizando intuiciones en demandas incontrovertibles, limitan las posibilidades del discurso público. Esto podría no ser un problema si la conspiración involucra extraterrestres. Pero cuando se trata de temas tan importantes como el control de armas o las vacunas, las teorías conspirativas impiden nuestra capacidad de mantener un debate público.
Por lo tanto, en lugar de tratar de discutir o razonar, el primer paso debe ser de empatizar. Después de todo, si tocamos madera o deseamos suerte a alguien, todos nos involucramos en el pensamiento mágico. Sólo apreciando el tirón emocional de las teorías de conspiración, será posible comunicarnos de una manera significativa con nuestros vecinos en los sombreros de papel de aluminio”.
Twitter: @manuelcortina Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. www.manuelcortina.com