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Vale al Paraíso / En el Campestre nomás las patadas se oyen

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Mario Granados Roldán

Aguascalientes, Ags, 8 de abril 2015.- (aguzados.com).- Las buenas calificaciones eran parte de la condición impuesta por mis queridos padres para disfrutar de la diversión, el espacio lleno de frondosos árboles, el aire limpio, las rusticas instalaciones, la sana convivencia familiar y las amistades forjadas en los dorados años de la niñez.

En esa parcela, ubicada en el lejano norte de la entonces pequeña ciudad, tuve mi primer contacto con el juguete que sería una de las pasiones de mi vida: el balón de cuero comprado por mi papá para compartir las primeras cascaritas con él y mi hermano Otto, seguidor del Atlas; me soñé el sucesor del necaxista Manuel Lapuente, pero el destino me llevó a la cancha donde las patadas, a diferencia del juego inventado por los ingleses, se dan por debajo de la mesa, para dejar huella y dolor en las espinillas: la política y el servicio público.

El Club Campestre de Aguascalientes, mudo testigo de mis primeras andanzas deportivas en los 60, se constituyó como asociación civil el 15 de septiembre de 1954. El tenis, el frontenis, la natación y el básquetbol, fueron los deportes más populares durante los primeros años. La práctica del golf se debió a la autorización del presidente Pablo Giacinti López, quien simpatizaba con la idea. En una semana 50 socios ofrecieron aportar 400 pesos cada uno, a fin de reunir la cantidad de 20 mil pesos para iniciar los trabajos del primer hoyo.

Mi santo padre, y lo escribo con mucho orgullo, era el primero en llegar al club a las seis horas de cada día para disfrutar del vapor y el agua calentada por la caldera que ocasionalmente fallaba por su uso y vejez. El disgusto de don Claudio era obvio y la aflicción del gran Nacho, el encargado del modesto baño para hombres, también.

Con el paso de las décadas, la explosión demográfica obligó al crecimiento de las instalaciones, a la transformación de las existentes y a la compra de reserva territorial. Durante el periodo del doctor Alfonso Pérez Romo se otorgó el trato gualitario a las mujeres para heredar los derechos accionarios. Antes, con Jorge Arturo Medina Rodríguez, se entregó la primera credencial, para fortuna de Braulio, el implacable guardián, por no decir cadenero, de la pequeña puerta de acceso al club, y se eligió por sorteo a la primera reina.

La pequeña familia creció a la numerosa llegada de nuevos socios locales y foráneos, estos principalmente defeños. También se integraron al verde paisaje algunos políticos de moda. La convivencia original palideció. Se despersonalizaron las relaciones. Los golfistas se convirtieron en el grupo controlador de la asociación civil, muy a pesar del otro grupo, el históricamente antagónico, integrado por jugadores de tenis y frontenis, los pobres de la aldea campirana.

Con la grandeza nacieron los conflictos gestados por el poder, la ambición, el dinero, los cacicazgos, los contratos otorgados a proveedores y la asignación de las grandes construcciones.

El viernes 16 de noviembre de 2012 y días subsecuentes, los habitantes del fraccionamiento Campestre (primera sección) y los socios que hacen del club su segunda casa, se vieron invadidos por los participantes al Torneo de la Amistad XXXI organizado por los colegios Cumbres y Alpes de Aguascalientes, con la consabida molestia para aquellos, que atónitos miraban la presencia de policías militares, federales, estatales y municipales, y guaruras de los estudiantes.

La reacción de los agraviados se manifestó inmediatamente en la pluma del periodista Matías Lozano, quien escribió: Tema 4.- Un lío gordo se traen en el Club Campestre de Aguascalientes, debido a la inconformidad que generó en los socios la criticada decisión del presidente, Mario “La Bola” Romo Muñoz, de invitar a sus instalaciones a todos los alumnos de los colegios Alpes y Cumbres de todo el país que participan aquí en un torneo deportivo...

En un documento que se nos hizo llegar, señalan los socios que su molestia se debe a que seguramente el gran número de visitantes (estimado en “10 mil”) causará grave deterioro en las instalaciones, que de ninguna manera justificarán que a cambio tengan entrevistas exclusivas los dos principales programas radiofónicos de la entidad...

Critican los afectados, que con su arbitraria decisión “El Bola” Romo sólo busca congraciarse con Carlos Lozano luego de que en la campaña del 2010 declarase abiertamente su simpatía para con Martín Orozco; pero también traen un “pleito” interno porque un grupo al que denominan “Los Ganzos”, asegura que el presidente del club está “inflando” los costos de construcción de las instalaciones del “Hoyo 19”...

Según el escrito “Los Ganzos” afirman que el costo de las obras fue de 4 millones de pesos y que “El Bola” presenta una cuenta de 6 millones de pesos, pero a la vez los socios dicen que en el trasfondo aquellos, que son liderados por un ex presidente del club, “de apellido Sánchez”, lo que buscan es que el junior de este, obtenga la concesión para realizar las auditorías al club...

Lo antes expuesto es sólo una parte de los muchos puntos que expresan los socios, pero suficientes para mostrar un panorama de lo que ocurre en ese exclusivo centro recreativo, situación que seguramente se agravará con el paso de los días, por los intereses en juego y los políticos involucrados... (El Heraldo de Aguascalientes, “Cortando por Lozano, 13/11/2012).

La golondrina de la inconformidad no hizo verano y todo quedó en el olvido, en el aparente, porque los tambores de guerra se vuelven a escuchar ahora —dos años y cuatro meses después de aquel noviembre—, con estridencia y persistencia, al exhibirse nuevos señalamientos y acusaciones especificas, pero como decía mi querida abuelita… “esa es otra historia Marito”.

Porque alguien tiene que escribirlo: Me fue muy bien los días santos. Acudí a los servicios religiosos. Le lavé los pies a mi nietecita Julia. Toqué la puerta de las siete casas, aunque nunca me abrieron mis vecinos, que seguramente estaban meditando en la alberca del Club Campestre de Aguascalientes. Organicé la última cena, muy modesta porque soy un reflejo del país. Me enteré de la quema del PAN de las dos judas que se fueron al PRI, Lourdes Dávila Castañeda y María de los Ángeles La China Aguilera Ramírez. Y reflexioné sobre la inmortalidad del PRI, del PAN, del PRD y de López Obrador; reproché el uso de los bienes públicos para fines privados, como lo hizo David Korenfeld, titular de la Conagua; observé el inicio de las campañas electorales; y llegué a la exacta conclusión del célebre Groucho Marx: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer a un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.

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