- En México sí es posible elaborar una vacuna para la pandemia
- Así lo considera la maestra Gabriela Molina Olvera de la UVM Campus Chapultepec
Ciudad de México.- 28 de abril de 2020.- (aguzados.com).- Al considerar que en México sí podría llevarse a cabo el trabajo para crear una vacuna contra el Covid19, la maestra de la Universidad del Valle de México (UVM) Campus Chapultepec, química de profesión, Gabriela Molina Olvera aseguró que por sus conocimientos, los profesionales de la carrera de Químico Farmacéutico Biotecnólogo son necesarios en todos los procesos involucrados en la elaboración de vacunas.
Durante el Ciclo de Conferencias Virtuales: Salud 360, organizado por la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad del Valle de México, la también Coordinadora Académica de la licenciatura en Químico Farmacéutico Biotecnólogo (QFBT), Nutrición e ITSI del Campus Chapultepec, impartió la ponencia Rol de QFBT en la elaboración de la vacuna vs COVID-19.
Tal como han expresado expertos de distintos países, elaborar una vacuna contra COVID-19 tardaría de 12 a 18 meses. Pensando en México, en el mejor escenario, también podría hacerse en ese lapso, explicó.
Señaló que: “considerando el mejor escenario en el que se podrían acortar los tiempos de evaluación en las fases clínicas, debido a la emergencia de salud y que la parte legal del proceso también sería apoyada, se considera un tiempo estimado de 12 a 18 meses para contar con una vacuna disponible para registro”.
Para elaborar la vacuna, detalló, se necesita conocer a este nuevo patógeno para describir su ciclo de vida y virulencia. “Afortunadamente, los avances en el campo de la biología molecular nos permiten contar con la información genética del virus en tiempo récord y además, contamos con la misma información de diferentes países en los bancos de datos que se actualizan día con día. Esto nos ayuda a construir una “fotografía” fidedigna del nuevo virus”, señaló.
Ante la audiencia online de estudiantes y docentes de esta carrera, explicó que el proceso implica también determinar cuáles son las poblaciones más vulnerables y cuál es la respuesta inmunológica más eficiente; con esta información se puede seleccionar un tipo de vacuna que sea eficaz.
La conformación de un equipo transdisciplinario aumentaría el éxito de un proyecto así, añadió, ya que se requiere de la integración de muchos datos que ayuden a describir y comprender los mecanismos generados por la vacunación. Todas estas evaluaciones se realizan en las fases clínicas y es en este proceso en el que muchos candidatos a vacunas son descartados al no cumplir con los criterios de seguridad y eficacia. Así que prevenir los probables riesgos durante estas etapas, es fundamental para obtener una vacuna a tiempo.
Al considerar que en México sí es posible elaborar una vacuna para la pandemia que afecta al mundo entero, Molina Olvera señaló que ya existen grupos de investigación en el país que se encuentran trabajando en ese propósito. Agregó que hay centros de investigación que cuentan con la infraestructura para el diseño y desarrollo de vacunas, sin embargo, para la producción masiva de las mismas es necesaria la participación de las biofarmacéuticas.
Dijo que durante las primeras etapas para el desarrollo de una vacuna, la gran mayoría de los experimentos y mediciones se realizan a microescala. “Los centros de investigación cuentan tanto con la infraestructura como con los equipos necesarios para llevar a cabo estos protocolos. Una vez obtenido el prototipo ideal de vacuna, el gran reto será tener la capacidad de producción para cubrir las necesidades de vacunación de la población en general; siempre garantizando la calidad, seguridad y eficacia del producto”, mencionó.
Durante la conferencia, describió cómo el Químico Farmacéutico Biotecnólogo participa en el diseño, producción y evaluación de este proceso, es decir, en todos los pasos para la elaboración de una vacuna. Para comenzar el diseño, es necesario conocer tanto al patógeno como la respuesta de nuestro cuerpo. En ese sentido, un QFBT es capaz de comprender, relacionar y proponer los procesos de patogenia implicados en la enfermedad, que más adelante serán fundamentales para decidir el tipo de vacuna a elaborar.
Una vez que se determina si se usarán patógenos atenuados o recombinantes, por ejemplo, la responsabilidad del QFBT es mayor al diseñar la metodología para la obtención de los mismos. Uno de los diferenciales de esta carrera es la parte biotecnológica, en la que desarrollan competencias para el uso de herramientas informáticas que le permiten diseñar y producir proteínas recombinantes con características únicas, de acuerdo a las necesidades. Su entendimiento sobre el control de procesos, la parte legal-administrativa y sobretodo, la responsabilidad de mantener la seguridad tanto del equipo, instalaciones y del producto, representa el liderazgo de un QFBT en el sector industrial.
“Por último, pero no menos importante, durante el seguimiento de las respuestas fisiológicas de los voluntarios que participan en la evaluación de las vacunas, la intervención del QFBT es clave ya que incluye la toma de muestras, el análisis e interpretación clínica de las mismas y por supuesto, participa en la integración de todos estos datos para la salud pública”, concluyó.