- Estadísticas a propósito del día internacional del trabajo, 1 de mayo
- Datos nacionales
Aguascalientes, Ags, 29 de abril 2015.- (aguzados.com).- De los 52.1 millones que constituyen la fuerza laboral activa del país, 32.4 millones son hombres y 19.7 mujeres.
La fuerza laboral activa del país ha tenido un incremento neto de 8.3 millones de personas desde 2005; sin embargo, su crecimiento se ha desacelerado notablemente en los últimos dos años.
Un total de 13.2 millones de ocupados en el mercado laboral son trabajadores independientes al frente de su actividad económica, mientras que 33.8 millones son trabajadores subordinados remunerados (TSR).
Una proporción que se aproxima a dos terceras partes de los TSR (64.1%) no rebasa un ingreso equivalente de 3 salarios mínimos en su zona de residencia.
Desde 2005 el número total de asalariados aumentó 26.8%, mientras que la productividad laboral media, por hora y personal ocupado, crecieron 6.9% y 4.7% respectivamente en todo el período, al tiempo que el salario promedio de cotización en términos reales se incrementa 2.9 por ciento.
Pese a que el promedio de escolaridad de las mujeres ya supera al de los hombres en la fuerza laboral, las mujeres son minoría en los puestos de perfil profesional y técnico pero, sobre todo, en aquellos en los que se ejerce supervisión y coordinación de otros trabajadores.
Introducción
El primero de mayo es una fecha cívica en distintas naciones, desde 1889 por resolución del Congreso Obrero de la Segunda Internacional, reunido en París, en conmemoración de las jornadas de Chicago que tuvieron lugar tres años atrás —entre el 1 y el 4 de mayo de 1886— cuyo objetivo era la observancia de la jornada máxima de ocho horas. La disposición, si bien ya había ingresado a la legislación de algunos estados de la Unión Americana, era prácticamente letra muerta, dando lugar a movilizaciones que culminaron en dos serios enfrentamientos con la policía y, apenas un mes después, en un juicio prácticamente sumario que condujo a la ejecución en la horca de cinco de los líderes del movimiento. El seguimiento de estos acontecimientos para la prensa de habla hispana, se debe a la pluma del poeta y político independentista cubano José Martí.
En 1919 como consecuencia de los tratados de Versalles que pusieron fin a la Primera Guerra Mundial, fue creada la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que además de impulsar compromisos de adopción de normas, regulaciones y buenas prácticas en materia laboral, comenzó a sentar las bases de la captación y recopilación de las estadísticas laborales en el mundo entero mediante las Conferencias Internacionales de Estadísticos de Trabajo (CIET). El INEGI desde su fundación, ha participado de cerca en estas conferencias, afinando y enriqueciendo así su sistema estadístico, lo que permite en la actualidad un amplio conocimiento sobre el fenómeno laboral en México, mismo del que aquí se ofrece una panorámica.
Población en edad de trabajar
Desde la perspectiva de la condición de actividad, el primer grupo que cabe identificar es la población en edad de trabajar que, de acuerdo con la legislación actual, se establece a partir de los quince años: 87.5 millones de personas en el país cumplen con ese mínimo de edad. Este monto a su vez se subdivide en Población Económicamente Activa (PEA) y Población No Económicamente Activa (PNEA). La primera da la magnitud de la fuerza laboral del país, misma que se sitúa aproximadamente en los 52.1 millones de personas. De esos 52.1 millones, 49.8 participan en la generación de la oferta, bienes y servicios del país, ya sea bajo la modalidad formal (21 millones) o informal (28.8 millones). La otra parte de la fuerza laboral la constituyen los que, si bien no están generando oferta de bienes o servicios, tratan de insertarse en los mercados de trabajo ejerciendo una presión en ellos mediante la búsqueda de empleo. A este subgrupo se le designa como desocupados (desempleados abiertos) y son alrededor de 2.3 millones.
Por su parte, la PNEA se subdivide en la población disponible (5.8 millones) y son quienes aunque no se encuentran buscando trabajo, no descartan la posibilidad de trabajar en el mercado laboral (por lo que se les considera fuerza de trabajo latente o potencial), mientras que el complemento de 29.6 millones (no disponibles) no contempla la inserción laboral como una posibilidad por el momento, dado que están centrados en otras prioridades (dedicarse de tiempo completo a estudiar, atender el hogar y/o hacerse cargo del cuidado de terceros en la familia).
Fuerza de trabajo activa en México
De los 52.1 millones que constituyen la fuerza laboral activa del país, 32.4 millones son hombres y 19.7 mujeres.
La división actual del trabajo entre hombres y mujeres en México, que sigue confinando a un buen número de ellas al hogar, explica esta composición.
El promedio de edad de la fuerza laboral activa del país es de 38.7 años, siendo ligeramente mayor para la población masculina cuyo promedio se acerca a los 39. Por su parte, la escolaridad promedio es de 9.6 años cursados (algo más que educación secundaria). Llama la atención que el promedio de escolaridad de la fuerza de trabajo activa femenil alcanza los 10 años y supera a la masculina.
Desde el año 2005 la fuerza laboral activa ha experimentado un incremento neto de 8.3 millones de personas, lo que significa que casi se amplió en una quinta parte a una tasa de 2.0% anual (media geométrica). Sin embargo, cabe destacar que en los dos últimos años de la serie, ese crecimiento prácticamente se ha detenido.
Ocupados en el mercado laboral
Con respecto al componente de la fuerza laboral activa específicamente inserto en los procesos de generación de bienes y servicios, los 21 millones ya mencionados que laboran de manera formal representan 42.2% del total de ocupados en el país. Esta ocupación formal a su vez, combinada con los demás factores de la producción, genera 75.2% del Producto Interno Bruto (PIB); su contraparte informal si bien pesa más con respecto a la ocupación total (representando cerca de 58%) genera en cambio 24.8% del PIB.
La informalidad como un todo, se refiere a aquellos participantes en la oferta de bienes y servicios que al hacerlo de una manera no registrada, ya sea ante la autoridad fiscal o ante la seguridad social, no pueden participar de los beneficios y garantías contractuales del derecho mercantil o del derecho laboral. La parte más conspicua o visible de esa informalidad es la de micro establecimientos esparcidos a lo largo y ancho de la vía pública en ciudades y poblados, conocida como sector informal: por sí solo representa 27.4% de la ocupación total y sus actividades dan cuenta de 11.3% del PIB.
Aparte del sector informal, otras modalidades menos visibles de trabajo informal son el servicio doméstico que contratan los hogares y quienes se dedican a la agricultura campesina de subsistencia. Asimismo, hay un componente moderno de la informalidad conformado por trabajadores asociados a procesos de unidades económicas formales que, sin embargo, lo hacen bajo modalidades que no reconocen un vínculo laboral y por ello no se les da un acceso por la vía del trabajo a la seguridad social. De ello se hablará más adelante.
La estructura ocupacional del país es “terciarizada”, lo que significa que el grueso se concentra ya sea en el comercio o en las múltiples modalidades de prestación de servicios acumulando 61.6%; el resto conforma a las manufacturas (16.0%), actividades agropecuarias y forestales (13.9%), construcción (7.7%) e industria extractiva (0.8%).
Desde el punto de vista de la posición que se tiene en el trabajo, casi 68% de los ocupados son trabajadores subordinados remunerados (es decir, reconocen un jefe superior a quien rinden cuentas en su proceso de trabajo); 26.6% son trabajadores independientes y el resto son, en su mayoría, trabajadores auxiliares que apoyan a sus familiares, o bien, trabajadores independientes en sus actividades o negocios, pero sin hacerlo bajo un acuerdo pactado de remuneración monetaria.
Trabajadores independientes
Los trabajadores independientes o quienes emprenden y se hacen cargo de una actividad bajo su propia iniciativa y riesgo, ascienden a 13.2 millones y se subdividen en cuentas propias, es decir, quienes emprenden de manera individual o apoyados con trabajo familiar, pero nunca pagando a un empleado, (84.4% de los independientes).
El restante 15.6% son los empleadores, quienes más allá de que acudan o no al apoyo de familiares para conducir sus actividades, crean puestos de trabajo al incorporar en sus procesos por lo menos a un empleado remunerado.
De los 13.2 millones que suman cuentas propias y empleadores, casi 80%, es decir, 10.5 millones, lo hace de manera informal: 75.2% de estos últimos encabezan micronegocios sin registro fiscal (sector informal) y el resto encabeza unidades campesinas de subsistencia, en las cuales la producción para el autoconsumo es uno de sus objetivos relevantes.
Trabajadores subordinados remunerados
Los trabajadores subordinados remunerados (TSR), suman un total de 33.8 millones de ocupados y se subdividen en dos categorías: aquellos cuya remuneración es asalariada (93.9% de los casos) y los ocupados que reconocen rendir cuentas a un jefe o superior en su proceso de trabajo aunque su remuneración no sea asalariada, (como lo puede ser el pago a destajo, los honorarios o también las comisiones). Esta vertiente de poco más de 2 millones de trabajadores representa 6.1% de los TSR.
En cuanto al tipo de ocupaciones desempeñadas, se tienen las netamente vinculadas al trabajo físico o manual: 26.6% de los TSR laboran como trabajadores en procesos industriales o artesanales; 17% prestan servicios personales; 8.1% realizan actividades agropecuarias, mientras que 6.1% son conductores de algún tipo de vehículo u operadores de maquinaria móvil, todo lo cual suma 57.8%. Por otro lado, en el trabajo no manual están: los oficinistas que representan 11.8% de los TSR; 11.4% se ocupa de la clientela o la logística en los comercios; 10.6% se desempeñan como profesionales y técnicos; 5.1% como trabajadores de la educación y 1.8% en el rol de funcionarios y directivos, lo que acumula 40.7%. Un lugar aparte de esta clasificación manual/no manual la tienen aquellos que realizan actividades de protección, seguridad pública y vigilancia, y que representan 1.4% de los TSR.
Bajo la perspectiva de la jornada laboral, 3.4% de los TSR (1.1 millones) acumulan no más de 15 horas trabajadas en la semana en el mercado laboral, mientras que, en el otro extremo, 9.7 millones (28.8%) acumula más de 48 horas.
Desde el punto de vista de las remuneraciones, 3.1 millones de TSR (9.3%) reciben un ingreso que no supera el equivalente a un salario mínimo vigente en su zona de residencia. Al sumarse 9.4 millones más, se tiene un acumulado de 12.6 millones (37.1% del total de TSR) cuya remuneración no supera los dos salarios mínimos. Un añadido de 9.1 millones más, acumula 21.7 millones cuyas remuneraciones no superan el equivalente a tres salarios mínimos, magnitud de trabajadores que no queda lejos de representar dos terceras partes del total (64.1%).
En cuanto a la condición formal o informal bajo la cual se desempeña el trabajador, 54.0% (18.2 millones) lo hacen bajo la vertiente formal, es decir, con un vínculo reconocido por su empleador que le permite cotizar en la seguridad social, mientras que 46.0% (15.6 millones) laboran sin cotizar. De estos 15.6 millones, 30.1% trabajan en unidades económicas del sector informal, mientras que otro 14.5% lo hacen para hogares particulares como servicio doméstico. Sin embargo, 55.5% de los 15.6 millones son en realidad trabajadores vinculados a los procesos de unidades económicas registradas (negocios familiares formales, empresas, e instituciones públicas o privadas) cuya unidad empleadora no los tiene como parte de su nómina u opera con ellos bajo una modalidad tal en la que no cotizan como trabajadores en la seguridad social.
Salarios y productividad
El salario promedio (diario) de cotización en el IMSS es casi 4.3 veces la magnitud del salario mínimo general en términos reales (esto es, expresando ambos salarios en pesos de 2008 o, lo que es lo mismo, eliminando la inflación acumulada desde ese año al presente). Si bien en la serie que se muestra uno y otro salario parecen no conectarse antes de la recesión de la economía mexicana de 2009, a partir de ese año la evolución en el tiempo de uno y otro presentan trayectorias similares, como se muestra en el gráfico de doble escala.
Al compararse con la evolución de la productividad media laboral (entendida aquí simplemente como la variación del producto entre la variación del insumo laboral), se observa que, ya sea que se le mire como productividad por persona ocupada o por hora, una u otra vienen incrementándose más rápido que los salarios reales (ya sea el mínimo o el promedio de cotización), especialmente después de 2009, tal y como se muestra en el gráfico, en el que todas la magnitudes involucradas fueron re expresadas como índices o variaciones con respecto al año 2005
En magnitudes acumuladas desde el año 2005, el número de asegurados cotizando en el IMSS se ha incrementado en 31.0% (no todo es incremento neto en el número de empleos, pues también influye el número de trabajadores que ya laboraban pero se fueron regularizando en los últimos años). Por su parte, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) registra un incremento de 26.8% en el número de trabajadores asalariados (sector privado y público). Estos incrementos han ocurrido al tiempo que la productividad media laboral acumulada (en personal ocupado o en horas trabajadas) rebasa la variación acumulada del salario de cotización en el IMSS o, también, contrasta con el retroceso acumulado en términos reales del salario mínimo.
El incremento en el volumen del empleo no se ha reflejado en una mayor participación de la masa salarial en el Producto Interno Bruto (la masa salarial es el volumen total del empleo multiplicado por sus remuneraciones) de modo que, hasta el último dato disponible, la participación de la masa salarial es inferior a la de 10 años atrás. El repunte relativo de la masa salarial que se aprecia en 2009 sólo refleja que, en las recesiones, los ingresos variables que también forman parte del PIB —tales como las ganancias corporativas y el denominado ingreso mixto, correspondiente a quienes combinan trabajo y ganancias en los negocios familiares que encabezan— retroceden más rápido que los salarios, pero ello es solo un efecto coyuntural. Por otra parte, es necesario observar más años para determinar si, después de 2011 en donde la participación de la masa salarial alcanzó su punto más bajo, la tendencia de largo plazo a su reducción comienza a revertirse de manera significativa.
Para comparar la remuneración de distintas modalidades de inserción laboral es preciso tomar en cuenta las remuneraciones por hora, pues algunas de ellas tienen horarios más flexibles que otras, por lo que resulta pertinente dividir las remuneraciones entre la duración de la jornada que corresponde a cada modalidad de inserción. El gráfico que a continuación se presenta se refiere al año 2013, solo para comparar con los últimos datos disponibles de ingresos de informalidad. Bajo esta perspectiva, el salario mínimo diario nominal se situaba en 7.9 pesos por hora, monto rebasado por el de un trabajador subordinado informal (promedio); por su parte, un trabajador por cuenta propia informal promedio, más que duplica los ingresos por hora que da el salario mínimo al aproximarse a los 20 pesos. En lo que concierne a un empleador o empresario informal, al percibir en promedio 51.2 pesos por hora, se sitúa claramente por encima del salario medio de cotización del IMSS referido también a una hora (40.9); de hecho se acerca al salario formal promedio por hora (ya sea en el sector público o privado) reportado por las encuestas que captan la información en los hogares (53.4 pesos por hora).
Trabajo y género
La participación de las mujeres en las distintas ocupaciones muestra un amplio rango de variación. Entre quienes se dedican al servicio doméstico remunerado representan 90%; 61% de los trabajadores de la educación y 60% de vendedores ambulantes y trabajadores ambulantes en servicios. Por otra parte son 41% de los profesionistas; 40% de quienes tienen ocupaciones técnicas y 39% de quienes sus ocupaciones se centran en la supervisión y coordinación de trabajadores manuales. Pero cuando se trata de otras posiciones jerárquicas, su participación desciende incluso por debajo de la proporción que representan en la ocupación total; así por ejemplo 34% de funcionarios y directivos en el país son mujeres.
Asimismo resalta que entre quienes perciben el equivalente a 5 o más salarios mínimos las mujeres solo son 29% del total. Más aún y analizando cada ocupación por separado, su participación entre quienes se sitúan en este rango de ingresos nunca es proporcional a su participación en el oficio (comparación entre las gráficas 19 y 20), esto es, su porcentaje en el rango de percepción de 5 o más salarios mínimos siempre es inferior al de su presencia en el oficio en cuestión.
Mucho se ha subrayado la diferencia entre el promedio de horas trabajadas a la semana de la población masculina con respecto a la población femenina: así, a mediados de 2014, el promedio semanal para la población masculina supera las 45 horas, mientras que el de las mujeres no llega a sumar 37. Sin embargo, estos datos son una visión parcial del nivel de actividad porque la reducen al ámbito del mercado laboral. A partir de octubre de 2013, la OIT considera también los quehaceres en el propio hogar como trabajo, si bien quienes solo se dedican a ello no se les considera parte del empleo o de la ocupación. De este modo, si se utiliza el concepto amplio de trabajo (laboral y quehaceres en el propio hogar), se tiene un panorama distinto. A las mujeres que participan en el mercado laboral hay que añadirles casi 28 horas de actividad más a la semana contra 7.2 horas adicionales de compromiso doméstico a la población masculina. El resultado acumulado es que las mujeres en la fuerza de trabajo suman en promedio 64.6 horas de trabajo semanales, mientras que los hombres suman 52.5. La diferencia equivale a una jornada laboral y media más para las mujeres por semana.
Trabajo y población joven
De acuerdo con el criterio de Naciones Unidas, la población joven es la que se ubica entre los 15 y los 24 años de edad. En conformidad con este criterio, en México hay un total de 21.3 millones de jóvenes, algunos dentro y otros fuera del mercado laboral. Dado que es una etapa de la vida en la que se cursan estudios, se requiere una clasificación más precisa de esa población por su condición de actividad. En términos absolutos se tienen 6.8 millones de jóvenes que no estudian pero se encuentran activos en el mercado laboral; 2.0 millones más, combinan ambas actividades (estudios y mercado laboral), en tanto 0.8 millones no estudian pero se dedican a buscar trabajo, característica que los incluye en la fuerza laboral activa del país más no en la ocupación laboral joven, misma que asciende a 8.8 millones (6.8 + 2.0). Fuera de la fuerza laboral hay 8.3 millones que estudian a tiempo completo; 2.8 millones de jóvenes que se dedican de manera exclusiva a las tareas del hogar por decisión propia, mientras 0.4 millones señalan que se dedican al hogar porque no tienen otra elección, dadas sus circunstancias. Queda finalmente un monto de 0.2 millones a quienes no se les identifica un rol permanente fuera o dentro del hogar.
Cada una de las condiciones de actividad arriba enumeradas tiene una composición de hombres y mujeres característica. Haciendo de ellas un 100% por separado, se aprecia que, por ejemplo, el grupo de quienes no se les identifica un rol permanente dentro o fuera del hogar, es masculino en más de tres cuartas partes; esto a su vez contrasta con quienes se dedican al hogar porque el contexto familiar no les da otra elección, siendo 96% mujeres; 88% también lo son entre quienes se dedican exclusivamente al hogar por propia decisión.
Por otra parte, los dedicados a estudiar de tiempo completo muestran una composición por sexo mucho más equilibrada, pero con mayoría a favor de la población femenina (52%). El que haya una mayor deserción escolar masculina para insertarse en los mercados de trabajo se percibe a su vez entre quienes no estudian y trabajan en el mercado laboral, pues dos terceras partes de los casos son hombres; otro tanto sucede entre quienes dejaron de estudiar para buscar empleo, dado que una magnitud similar (64%) es también población masculina.
Con esta información el INEGI brinda indicadores para el conocimiento de la situación laboral en nuestro país. Consulte este documento completo en la Sala de Prensa del INEGI en: http://www3.inegi.org.mx/sistemas/saladeprensa/
Referencias bibliográficas
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