- La muerte es utilizada en ritos eclesiásticos y paganos, hasta aquellos en los que se ruega para la protección de los delincuentes más violentos y sanguinarios
Alfonso Morales Castorena
Aguascalientes, Ags., 29 de octubre de 2014.- (aguzados.com).- México rico en tradiciones, mitos y leyendas, así como honra a sus preclaros hombres y mujeres, sin distingo de clase social, a diferencia de otros países guarda un especial respeto por la muerte, a quien ha bautizado como la Dama de Negro, la Novia Eterna, La Parca y en el contexto popular se ha denominado La Parca, La Huesuda y ahora en los tiempos actuales tan violentos se le ha erigido como un emblema religioso bajo la figura de La Santa Muerte, a quien se ruega por su protección y amparo.
Sin embargo, así como se le respeta y se le teme, para la idiosincracia del hombre latino y en especial para los mexicanos, también se hace burla de ella, en su entorno se desarrollan los más disímbolos conceptos para hacer mofa del paso de la vida a la muerte y existe hasta la idea de que solo es la transición mortal a un plano superior del universo, donde va a imperar un mundo pletórico de felicidad.
Para los estudiosos del tema, la muerte es un momento emblemático del ser humano, pero que aun así le causa temor e incertidumbre y desde que el hombre pobló la faz de la tierra y dio paso a las diversas culturas, la muerte ha generado una serie de mitos, tradiciones y leyendas, acordes al desarrollo de esas mismas culturas, ya sea para honrarla, venerarla y hasta espantarla o bien para burlarse de ella.
México no podía ser la excepción y marcó su celebración, de origen mesoamericano, para honrar a sus difuntos los días primero y dos de noviembre de cada año, en concordancia con las festividades católicas implementadas por los conquistadores españoles, que marcaron tales fechas como Día de los Fieles Difuntos y de Todos los Santos.
Estas festividades también se celebran en varios países de América Central y en varias comunidades de los Estados Unidos de Norteamérica, con la diferencia que para los anglosajones, representan no el concepto de la muerte, sino de quienes le rinden culto de manera no religiosa, a quien llama "brujas o brujos" y por ello, los estadounidenses le han denominado el Día del Hallowen, que nada tiene que ver con la tradicional celebración del Día de los Fieles Difuntos y de Todos los Santos.
En cambio en Brasil existe una celebración denominada Día dos Finados, que aun cuando su festividad no cuenta, ni tiene las mismas raíces prehispánicas, lleva el mismo fin que las celebraciones que se realizan en México, con el mismo sentido religioso y profano.
Tanta es la importancia del culto que se rinde a la muerte que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (Unesco) ha declarado su festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que engloba desde los tiempos remotos de las mitologías de las diversas culturas que poblaron el mundo, hasta los tiempos modernos y aún más atrás en el tiempo, puesto que el culto a la muerte ya se practicaba desde fechas próximas al año 1800 A.C.
En este país se puede observar en el calendario mexica que se exhibe en el Museo de Antropología, que entre los 18 meses de que constaba esta medición del tiempo, ya existían por lo menos seis fechas dedicadas a honrar a los muertos, con datos precisos que ofrecen la raíz de tales celebraciones, que en la actualidad aún conservan ese rico sabor de lo añejo de la tradición que los nativos heredaron a sus predecesores y de los que aquí trataremos de dar cuenta.
Esas festividades dieron pauta a los evangelizadores cristianos que acompañaban a los conquistadores españoles, que al aceptar las tradiciones que guardaban los nativos de esta tierra, solo en algunas de sus partes, las utilizaron para poder implantar la religión que profesaban e inculcar el cristianismo entre los antiguos pueblos mesoamericanos.
El calendario mexica nos muestra que el origen de la celebración del Día de los Muertos, en lo que los españoles llamaron la Nueva España, databa de muchos años atrás, sin que se precise fecha alguna, pero existen registros de las festividades que realizaban etnias como la mexica, la maya, la purépecha y la totonaca, cuyas civilizaciones ya honraban a la muerte por lo menos desde hace tres mil años y era común en ellas conservar los cráneos de sus difuntos como trofeo y exhibirlos en los rituales que simbolizaban el fin de la vida y el renacimiento a otra nueva, según la creencia que se tenía en aquel tiempo.
Así tenemos, por ejemplo, que la fiesta del Día de Muertos que realizaban los mexica se celebraba el noveno mes de su calendario solar, durante todo el mes de agosto y las festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, a la que llamaban La Dama de la Muerte, esposa que era, según la mitología mexica, de Mictlantecuhtli, su dios y señor de la tierra de los muertos y cuyos rituales estaban dedicados a los niños y la vida de los parientes fallecidos.
En la actualidad a la diosa Mictecacíhuatl se le relaciona con la famosa escultura del grabador aguascalentense, J. Guadalupe Posada, llamada La Catrina, según los expertos en la materia.
Sin embargo, la celebración propia del Día de los Fieles Difuntos, no es propia de todos los mexicanos, pese a que se ha convertido en un símbolo más de identidad nacional, que incluso ha sido obligatoria su enseñanza en las escuelas del país con fines educativos y de salvaguarda de fecha tan especial, en la actualidad existen muchas familias que aún conservan la tradición de celebrar el Día de Todos los Santos que festejan el primero de noviembre de cada año, como se hace en otros países católicos.
Aparte de que, como ya se mencionó en párrafos anteriores, se tiene la fuerte influencia de los Estados Unidos de Norteamérica, que evidencia su presencia en su franja fronteriza con la celebración del Día del Halloween que festeja en esta misma fecha y de ahí la preocupación e inquietud de los mexicanos por preservar sus tradiciones como parte de su ancestral cultura por encima de otras celebraciones semejantes o parecidas al Día de los Fieles Difuntos.
Dejamos para nuestra próxima entrega las diversas acepciones del destino que se daba a las almas de los difuntos, acorde a la forma en que dejaron de existir y el lugar al que se les destinaba, tanto en los pueblos de Mesoamérica como en al antiguo reino azteca.
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