- La institución de la Eucaristía y del Sacerdocio, conmemoración de La Última Cena y el Lavatorio de Pies
Alfonso Morales Castorena
Aguascalientes, Ags., 2 de abril de 2015.- (aguzados.com).- Los oficios de Semana Santa llegan el Jueves Santo a su máxima relevancia litúrgica, que es cuando por la tarde del día se da comienzo al Triduo Pascual que culminará en la vigilia que conmemora, en la noche del Sábado Santo al Domingo de Pascua, la Resurrección de Jesucristo.
En los Santos Oficios del Jueves Santo se celebra en una misa vespertina al caer la tarde, a partir de la hora nona, (las tres de la tarde aproximadamente) que es cuando termina el tiempo de Cuaresma.
El Jueves Santo es tiempo de Cuaresma hasta la hora nona, es decir, toda la mañana hasta las tres de la tarde. A partir de ahí comienza el Triduo Pascual, que durará desde la tarde del Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección.
En la celebración, participa junto a los sacerdotes celebrantes, un seglar que será el que nos irá informando de lo que se va a ir celebrando a lo largo de éstos oficios, que incluyen la conmemoración de la institución de la Eucaristía a través de La Última Cena y el Lavatorio de Pies, realizado por Jesús.
De acuerdo a la historia, el Jueves Santo, Jesús cenó la Pascua con sus apóstoles o discípulos, siguiendo la tradición judía, ya que según ésta, se debía de cenar un cordero puro y del año; con la sangre de éste se debía rociar la puerta en señal de purificación ya que si no se hacía así el ángel exterminador entraría a la casa y mataría al primogénito de esa familia (décima plaga), según lo relatado en el libro del Éxodo.
Es por ello que en este día, por la mañana, tiene lugar la llamada Misa Crismal, que es presidida por el Obispo diocesano y concelebrada por su presbiterio. En ella se consagra el Santo Crisma y se bendicen los demás óleos, que se emplearán en la administración de los principales sacramentos.
Junto con ello, los sacerdotes renuevan las promesas realizadas el día de su ordenación. Es una manifestación de la comunión existente entre el obispo y sus presbíteros en el sacerdocio y ministerio de Cristo y por ello, de acuerdo a las modificaciones en sus ritos, desde hace unos años, la iglesia católica celebra el Jueves Santo, el llamado Día del Amor Fraterno, al tiempo que rememora los dos últimos actos del Señor en la tierra y proceden al rito del Lavatorio de Pies a una docena de fieles.
También dentro de esas liturgias del Jueves Santo, se arraigó la costumbre en los fieles católicos de realizar siete visitas a otros tantos templos o monumentos religiosos de una misma ciudad, para recordar a modo de "estaciones", los distintos momentos de la agonía de Jesús en el Huerto y su posterior arresto, en virtud de que el Jueves Santo, al comienzo de la celebración, el sagrario debe presentarse vacío con la puerta abierta. El altar mayor, donde se celebrará la Santa Misa, se adorna con cirios, manteles y sin flores hasta la Resurrección.
La tradición de visitar los templos en la tarde-noche del Jueves Santo y la mañana del día siguiente, es una devoción bíblica, católica y bien arraigada en el pueblo cristiano.
Su finalidad es agradecer a Jesucristo el don de la Eucaristía y del Sacerdocio, que instituyó aquella noche santa y acompañarle en la soledad de su oración y sus sufrimientos en el Huerto Getsemaní, así como en las afrentas recibidas en las casas de Anás, Caifás, Herodes, Pilato y no se diga en el Calvario y en el silencio de su sepulcro.
A continuación ofrecemos a nuestros distinguidos lectores una breve reseña sobre el motivo u objetivo que tiene la visita a cada uno de los templos o monumentos religiosos, proporcionada por el vocero oficial de la Diócesis, Carlos Alberto Alvarado Quezada.
Primera Iglesia: Jesús medita en el huerto
Serían como las diez de la noche al llegar Jesús el Huerto de Getsemaní o de Los Olivos, su alma se llenó de tristeza, entró en agonía ante la visión de los sufrimientos que se le venían encima y la ingratitud de la humanidad. Oró por espacio de tres horas, con lágrimas y sudor de sangre, que en gotas cayó en tierra. Aquí llegó Judas y con un beso lo entregó a quienes vinieron a aprehenderle, aunque más bien fue su Amor a ti, el que lo entregó.
Segunda Iglesia: Jesús en casa de Anás
Jesús maniatado como un vulgar malhechor, interrogado por Anás sobre sus discípulos y doctrina, responde con entereza y mansedumbre que pregunte a quienes le han escuchado y que saben bien lo que Él ha dicho y enseñado. Un guardián le dio una bofetada que le hizo tambalearse.
Tercera Iglesia: Jesús en casa de Caifás
Aquí, Jesús tiene que oír cómo se tergiversan sus doctrinas, cómo se aducen falsos testimonios en su contra, cómo se le reta a proclamar que es Hijo de Dios, pero sin intención de reconocerlo, cómo Pedro niega conocerlo, cómo se le declara reo de muerte.
Cuarta Iglesia: Jesús en casa de Poncio Pilato
Jesús es acusado ante Poncio Pilato de malhechor, alborotador del pueblo, que prohíbe pagar el tributo al César y que se proclama rey, pero Él también anuncia que todo el que es de la verdad escucha su voz, lo que piden es que sea condenado a muerte.
Quinta Iglesia: Jesús en casa de Herodes
Herodes, curioso pero sin compromiso, se alegra de ver a Jesús, espera divertirse viéndole hacer un milagro, pero Jesús guarda silencio ante la palabrería con que Herodes le halaga, al no tener respuesta le desprecia, se burla de Él, poniéndole una túnica blanca.
Sexta Iglesia: Regreso a casa de Poncio Pilato
De vuelta a casa de Poncio Pilato, éste reconoce que Jesús ni es alborotador, ni ha cometido delito alguno de los que le acusan y como que quiere dejarle libre, pero claudica ante las presiones de los adversarios que han jurado acabar con Jesús que les resulta incómodo, su conducta y sus enseñanzas chocan con sus intereses. Total que Jesús es condenado a muerte de cruz, flagelado y coronado de espinas.
Séptima Iglesia: En el Santo Sepulcro
Jesús ha muerto en la cruz entre indecibles dolores, burlas, desprecios y abandonado de Dios, la madre y los amigos que lo han acompañado en estos duros momentos, no han podido hacer nada, unos amigos lo sepultan piadosamente. Se han cumplido las escrituras. Ahora a esperar el tercer día, Él, el poderoso en Obras y Palabras, ha dicho que resucitará.
Así concluye el vía crucis que antecedió la muerte del Señor, en cuya última estación los sacerdotes invitan a los fieles católicos a continuar guardando piadosamente los dos siguientes días, con la siguiente oración: “Jesús te acompañamos en el silencio, a la espera de que palabra germine en nuestros corazones y contigo resucitemos hombres y mujeres nuevos en tu Resurrección. Gracias Padre Dios. Tu siempre has escuchado a tu Hijo y así, vencedor de su muerte y de la nuestra, lo has resucitado”.
De esa forma en la celebración del Jueves Santo se rememora la institución de la Eucaristía con la celebración de los Santos Oficios y una vez que éstos han terminado se recuerda la agonía y oración de Jesús en el Huerto de los Olivos (Getsemaní), la traición de Judas y el prendimiento de Jesús.
Pero todo esto pasa a segundo término por las nuevas generaciones de creyentes, para entregarse al desenfreno orquestado por la mercadotecnia moderna, que al desdén de las festividades religiosas, promueve la diversión y el consumismo global sin importarle las consecuencias trágicas que apareja el aglutinamiento de vacacionistas en todo el territorio promovido como "un remanso de paz".
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