- Sábado Santo el día de mayor trascendencia en el rito católico pero lleno de pagano jolgorio
Alfonso Morales Castorena
Aguascalientes, Ags., 4 de abril de 2015.- (aguzados.com).- En la liturgia católica el Sábado Santo se recuerda el día en que Jesús pasó entre la muerte y su resurrección, es un día de luto y de tristeza, pues no lo tenemos entre nosotros, las imágenes religiosas se cubren y los sagrarios permanecen abiertos, por la noche se realiza la tradicional vigilia pascual que tiene como finalidad para celebrar el triunfo del Hijo de Dios sobre la muerte.
Entre los cristianos de oriente la iglesia lo denomina como el Gran Sábado porque honra el descanso de Cristo en el sepulcro, su descenso a los infiernos y su encuentro con cuantos esperaban la apertura de los cielos.
Este día los cristianos se recogen en silencio y mediante la oración y el ayuno, esperan la Resurrección del Señor, por esta razón la iglesia no conoce reunión litúrgica alguna fuera de la celebración cotidiana de las horas.
En los primeros siglos de la historia de la iglesia el Sábado Santo se caracterizaba por ser un día de ayuno absoluto, previo a la celebración de las fiestas pascuales, pero a partir del siglo XVI, con la anticipación de la vigilia a la mañana del sábado, el significado litúrgico del día quedó completamente oscurecido, hasta que las sucesivas reformas de nuestro siglo han devuelto su originaria significación.
Así, el Sábado Santo debe ser para los fieles un día de intensa oración, acompañando a Jesús en el silencio del Santo Sepulcro, parece que la historia de Cristo ha terminado, que la causa de Dios se ha perdido, pero Jesús desciende a los infiernos para librar a los justos de la antigua ley en premio a su vida de fe en las promesas mesiánicas.
El cristiano unido a los dolores de María, sabe que el silencio de Dios en el mundo es solo aparente y se llena de esperanza para la vida futura.
La celebración del sábado por la noche es una vigilia en honor del Señor según una antiquísima tradición, de manera que los fieles tengan encendidas las lámparas como los que aguardan a su Señor cuando vuelva para que al llegar, los encuentre en vela y los haga sentar a su mesa.
Vigilia, en la denominación cristiana, se refiere a permanecer en vela la tarde y noche anterior a una fiesta, en esta celebración se acostumbra bendecir el agua y encender las velas en señal de la Resurrección de Cristo, o sea la gran fiesta de los católicos.
Sin embargo, el Sábado Santo se denominaba hasta la reforma litúrgica de 1955 como Sábado de Gloria, que es el nombre que algunas denominaciones cristianas dan al sábado de la semana del primer plenilunio de primavera (boreal).
Es el tercer día del Triduo Pascual que concluye con las primeras vísperas del Domingo de Resurrección culminando así para los cristianos la Semana Santa, que tras conmemorar el día anterior la muerte de Cristo en la cruz, se espera el momento de su Resurrección.
Es la conmemoración de Jesús en el sepulcro y su Descenso al Abismo y una vez ha anochecido, tiene lugar la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual.
Ese día –Sábado Santo- la iglesia católica conmemora también la Soledad de María después de llevar al sepulcro a Cristo, quedando en compañía del Apóstol Juan y quedan expuestas su imagen y la de Cristo crucificado, o en el sepulcro, o descendiendo a los Infiernos, ya que ilustran el misterio del Sábado Santo.
En ese día la Iglesia se abstiene absolutamente del sacrificio de la misa y la Sagrada Comunión puede darse solamente como viático, no se concede celebrar el matrimonio, ni administrar otros sacramentos, a excepción de la penitencia y la unción de los enfermos.
Sobre las celebraciones religiosas del Sábado Santo, los historiadores e investigadores bíblicos refieren que hasta la reforma litúrgica de la Semana Santa acometida por el Papa Pío XII, que en 1955 encargó a Monseñor Aníbal Bugnini como una especie de anticipo a la reforma litúrgica general del Concilio Vaticano II, la fecha se llamaba a Sábado de Gloria.
Lo anterior, según sus precisiones, porque la celebración de la Resurrección o la fiesta de la Vigilia Pascual tenía lugar ya en la mañana del sábado, debido a la norma del ayuno preparatorio a la comunión sacramental desde la medianoche precedente.
Tal celebración obedecía al considerando que el Viernes Santo ya había sido día de ayuno y era excesivo prolongarlo un día más casi completo.
En 1951 Pío XII permitió, mediante el inesperado decreto Dominicae Resurrectionis del 9 de febrero de ese año, que la vigilia se realizase de noche, lo que tras otro decreto, el Máxima Redemptionis de 16 de noviembre de 1955, fue obligatorio a partir de 1956.
A partir de entonces dicha Vigilia se celebra más razonablemente en horas de la noche, el Sábado Santo queda para los católicos más como un día de espera, expectante por la gran celebración que tendrá lugar unas horas más tarde y esto se vio facilitado también por la reforma al ayuno preparatorio a tres horas antes de comulgar, pero en las siguientes reformas, en el Concilio Vaticano II se fijó el ayuno en una hora antes de la comunión.
Aunque en muchos lugares sigue denominándose así por la costumbre, su uso es incorrecto. No obstante, dado el statu quo entre las iglesias cristianas respecto a las celebraciones litúrgicas en la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén, como a la iglesia católica apostólica y romana, le corresponden las horas de la mañana para sus oficios, la Vigilia Pascual sigue realizándose el sábado por la mañana en dicho lugar.
Como no puede celebrarse ningún rito oficial durante el día, se suelen predicar retiros espirituales, y en muchos lugares también los sacerdotes durante el día atienden confesiones. También es costumbre en algunos templos el rezo de la Liturgia de las Horas por parte de los clérigos con participación de fieles seglares.
Al paso del tiempo y por influencia de creencias antiguas, en el Sábado Santo los fieles celebran por anticipado la Resurrección del Señor durante las primeras horas de la mañana y llevados por su fe, a manera de bautizo colectivo, hacen uso del agua para recordar ese pasaje de la biblia, pero en la actualidad las autoridades civiles reprimen ese festejo por considerar que el vital líquido se desperdicia sin objetivo alguno.
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