- Ante el diagnóstico de una enfermedad incurable, degenerativa e incapacitante, el paciente y sus familiares a menudo emprenden la búsqueda de una alternativa que prometa devolver la salud.
- El estado de vulnerabilidad del enfermo y una legislación sanitaria laxa han sido aprovechados por hordas de charlatanes en México que, con argumentos engañosos y audaces estrategias de marketing, aseguran curar la diabetes, eliminar las arrugas, regenerar el hígado y devolver la vista, todo gracias a riesgosos tratamientos con supuestas células madre, al margen de toda norma ética.
Ciudad de México.- 21 de diciembre de 2018.- (aguzados.com).- Como todo buen vendedor, la maestra Carmelita es carismática. Viste formal, ríe con franqueza y su discurso es una mezcla de frases aduladoras, anécdotas emotivas y palabras científicas. No le es difícil crear empatía con público de su edad; alrededor de 20 personas mayores de 50 años la escuchan expectantes. Después de enumerar todas las bondades de su producto, la maestra Carmelita lanza la pregunta clave: “¿A quién le gustaría tener 14 millones de células madre en sangre todos los días?”. Los murmullos no se hacen esperar, una voz de mujer se eleva y se distingue su respuesta: “Pues a todos”.
Cómo no querer 14 millones de células madre en sangre si la maestra Carmelita acaba de explicar que son células muy especiales, que viven dentro de los huesos y que cuando alguien se enferma o se lesiona salen, viajan por la sangre, llegan al órgano dañado, se convierten en células jóvenes de ese mismo órgano y lo regeneran. Cómo no querer 14 millones de células madre en sangre cuando estás allí porque quieres sanarte.
Una mujer del público confiesa que lleva 25 años viviendo con diabetes, algunos más llevan bastón. La maestra Carmelita les dice lo que quieren escuchar: cualquier enfermedad puede revertirse con una buena dosis de células madre.
Lo que ella vende es un “nutracéutico”, una especie de suplemento alimenticio que estimula el cuerpo para producir más células madre y reparar cualquier órgano dañado. Tres pastillas, elaboradas con ingredientes 100 por ciento naturales, originarios del Tíbet, Madagascar y otros lugares aún más remotos.
Después de hora y media de labor de convencimiento, la maestra Carmelita ya puede lanzar el precio del producto: el “tratamiento” para dos meses vale ocho mil 100 pesos más envío, mucho más barato que un trasplante de células madre y además se puede pagar a 12 meses sin intereses. La charla surte efecto, la mayoría de las personas del público se dirige con los vendedores. Cuando se trata de la salud no hay que escatimar.
Hay un solo joven en el salón: está acompañando a su madre. Ella tiene pie diabético y busca una alternativa para un padecimiento que puede terminar en la amputación. La familia ha considerado varias alternativas, incluso hablan de una clínica en Morelia donde el trasplante de células madre no es muy caro.
Pero ni la maestra Carmelita ni los cientos de clínicas que existen en México y que ofrecen tratamientos con células madre le han dicho la verdad: en el mundo, al día de hoy, el único tratamiento con células madre que ha demostrado ser seguro, eficaz y que ha sido aprobado por las autoridades regulatorias internacionales es el trasplante de médula ósea para la leucemia y para algunas enfermedades sanguíneas.
Al igual que los antiguos alquimistas que viajaban de pueblo en pueblo pregonando las bondades del elíxir de la vida, quienes hoy ofrecen curar con células madre, lo que venden es falsa esperanza a los enfermos y la promesa de la eterna juventud a los sanos.
Las clínicas de la esperanza
“El 89 por ciento de nuestros pacientes logra revertir completamente la diabetes… Previene la cirrosis… ¡Excelente en degeneración macular!... Es preventivo de la frigidez, incrementa el apetito sexual”, estas son algunas afirmaciones que se pueden leer en la página de Internet de una clínica que ofrece terapias con células madre en la Ciudad de México.
La misma clínica que en Guadalajara le ofreció al padre de Laura Arce revertir los síntomas de su enfermedad, la esclerosis lateral amiotrófica.
“Mi padre tenía 78 años cuando lo diagnosticaron. Sabíamos que era una enfermedad neurodegenerativa y que no tenía cura, pero él siempre fue un hombre muy luchador y estuvo buscando alternativas que le pudieran ayudar. Entonces le comentaron acerca de las células madre”.
A inicios de 2017, el enfermero que atendía al padre de Laura le contó que conocía una clínica de células madre, allí mismo en Guadalajara, donde lo podían ayudar. Cuando Laura y su padre fueron a la clínica, les dijeron que con el tratamiento los síntomas de la enfermedad iban a disminuir y que había posibilidades de revertir la esclerosis.
“Nos dijeron maravillas. A mi papá le brillaban los ojitos. Imagínate, le estaban dando esperanza”.
Promesas y deudas
Cuando el padre de Laura decidió someterse al tratamiento, comenzaron a inyectarle células madre en el estómago. Cada dos semanas iba a la clínica a recibir la dosis de células. Cada visita le costaba 16 mil pesos y cada vez Laura le preguntaba si se sentía mejor, si sentía algún cambio, él siempre respondió que no. Pero, aunque la familia dudaba, él mantenía la esperanza.
“Había leído que las células madre regeneran... y cuando tienes a un ser querido enfermo en esa situación, no quieres tratarlo con una actitud negativa o decirle 'no, ya no tienes cura, no busques nada, mejor vamos a aceptar el proceso'. Es muy difícil, y pues decidimos seguirlo llevando, porque él quería seguir yendo”.
El padre de Laura recibió alrededor de cinco inyecciones de células madre en el estómago, a un costo aproximado de 80 mil pesos, pero su enfermedad progresó, sus músculos siguieron debilitándose y llegó el momento en que su diafragma comenzó a fallar. Cuando este músculo falla, la respiración se dificulta y sin oxígeno suplementario y ventiladores mecánicos, la persona puede morir.
Ante esta condición, en la clínica le ofrecieron un tratamiento radical, algo que iba a hacer que su diafragma volviera a funcionar. El padre de Laura ya había comenzado el camino de las células madre y decidió recorrerlo hasta el final. En busca de una esperanza para volver a respirar, emprendió un viaje que le iba a costar más de 180 mil pesos y un dolor terrible.
Paquetes todo incluido
Las clínicas que venden “terapias” con células madre declaran que sus procedimientos son eficaces hasta para tratar el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Ninguna tiene evidencia científica, pero todas cobran. Es por esto que María de Jesús Medina Arellano, doctora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y otros científicos en el mundo no dudan en llamarle fraude y charlatanería.
Antes del 24 de enero de 2013, el artículo 327 de la Ley General de Salud prohibía el comercio de órganos, tejidos y células, la obtención y el uso de cualquiera de estos componentes biológicos debía ser estrictamente gratuito. Pero a partir de esa fecha, al artículo se le incorporó un segundo párrafo que dice:
“No se considerarán actos de comercio la recuperación de los costos derivados de la obtención o extracción, análisis, conservación, preparación, distribución, transportación y suministro de órganos, tejidos, incluyendo la sangre y sus componentes, y células progenitoras o troncales”.
Es decir, cada clínica es libre de cobrar la cantidad que considere necesaria para recuperar los costos del uso de las células y tejidos. Y en Internet, los interesados en un trasplante de células pueden escoger entre la administración de células madre vía intravenosa, para tratar cualquier enfermedad, por cuatro mil 600 pesos; el paquete de tratamiento completo para párkinson o autismo, más dos noches de hotel con wifi y desayuno incluido, impuestos locales, transporte aeropuerto-hotel-clínica y cruce de frontera por 14 mil 500 dólares, aproximadamente 285 mil pesos; o el paquete de extracción y almacenamiento por un año de las células madre propias, más el tratamiento por 19 mil 500 dólares, casi 385 mil pesos mexicanos.
“Al final de cuentas sigue siendo lo mismo, el paciente termina pagando por ese procedimiento de una manera o de otra”, opina Iván Velasco Velázquez, investigador del Instituto de Fisiología de la UNAM y presidente de la Sociedad Mexicana para la Investigación en Células Troncales A.C. (Somicet).
Hay quienes viajan a México para recibir tratamientos que están prohibidos en sus países y pagan más de un millón de pesos por un tratamiento que ni siquiera ha pasado los ensayos clínicos necesarios para considerarse seguro ni eficaz.
No es fácil definir el costo promedio de estas terapias, pues no todas las clínicas hacen públicos sus precios y no existe un registro gubernamental que recopile esta información. Pero en 2013, una empresa estadounidense de investigación de mercado calculó el valor del mercado mundial de las células madre en 26 mil 200 millones de dólares y estimó que para 2025 llegaría a unos 270 mil 500 millones de dólares, aproximadamente cinco billones 310 mil 900 millones de pesos.
Tampoco es fácil saber cuántas clínicas o personas ofrecen terapias celulares, pues algunas operan en la clandestinidad. En 2013, María de Jesús Medina realizó una búsqueda sistematizada en la web y encontró que había más de 100 clínicas ofertando este tipo de servicios en Internet, pero desconoce la cifra actual, pues no ha contado con los recursos suficientes para continuar esta investigación y actualizar la información.
Fraudes sin fronteras
En 2014, un grupo de científicos de la Universidad de Sydney, Australia, realizó un análisis de las páginas web en inglés que anunciaban tratamientos con células madre y encontraron 417 sitios que ofrecían terapia celular. El país con el mayor número de sitios web fue Estados Unidos con 187, seguido por la India con 35 y en tercer lugar México, con 28 sitios.
Algo extraño, pues la agencia que regula los medicamentos y los tratamientos médicos en Estados Unidos, la FDA (siglas de Food and Drug Administration), no permite realizar trasplantes de células que hayan sufrido manipulación, esto incluye un simple centrifugado o sacar células de un órgano para ponerlas en otro, y tiene una fuerte política de vigilancia de las clínicas que trabajan con este tipo de células.
Para escapar de la regulación, las clínicas anuncian sus tratamientos en Estados Unidos, pero piden a sus pacientes que viajen a México para el trasplante.
Este es el caso de la empresa Celltex, que después de los problemas que tuvo con la FDA decidió mantener su compañía en Estados Unidos, pero realizar los trasplantes en diferentes hospitales de Cancún. Ahora, los clientes de Celltex pueden recibir un tratamiento de medicina regenerativa y disfrutar de las blancas playas del Caribe mexicano.
Celltex afirma que cuando los ensayos clínicos den resultados buscará la aprobación de la FDA, pero que, por lo pronto, “para satisfacer las necesidades inmediatas de sus clientes” y que no tengan que esperar por ensayos clínicos que pueden durar años, ofrece la terapia en México.
Lo que no dice es que los ensayos clínicos son los estudios que comprueban si una terapia es eficaz, pero también si es segura. Sin ellos no es posible saber si las intervenciones que ofrecen ponen en riesgo la salud o la vida.
Terapias invasivas y peligrosas
Al padre de Laura le dijeron que el tratamiento con células madre era completamente seguro, que no corría ningún riesgo. Por eso el señor no se alarmó cuando, después de las primeras inyecciones, le salieron “unas bolas” en el estómago. Un mes más tarde “las bolas” desaparecieron, pero la enfermedad seguía allí. La esclerosis lateral amiotrófica le debilitaba cada vez más los músculos, y con el diafragma afectado le costaba respirar, así que en la clínica le dieron una nueva opción de tratamiento.
“Le dijeron que le iban a inyectar algo así como 120 millones de células madre en el diafragma y que a lo mejor con eso podían revivirlo y podía volver a funcionar. Él lo vio como una esperanza de vida”.
Lo que le estaban ofreciendo era un cateterismo, un procedimiento invasivo que consiste en hacer una incisión en la ingle del paciente para introducirle una sonda que viaja por las venas hasta llegar al lugar deseado. Según el médico, así lograrían depositarle los 120 millones de células madre en el diafragma.
La cita para la intervención fue en un hospital privado de Guadalajara el 1 de mayo de 2017, un día de escaso movimiento. La hermana de Laura, que iba de acompañante, notó algo extraño: a su padre no lo registraron ni cuando ingresó al hospital, a la una de la tarde, ni cuando entró al quirófano, a las dos de la mañana. Pero la operación continuó.
“Mi papá salió casi muriéndose de allí porque no le pusieron el aparato que necesitaba para respirar mientras estaba en el quirófano, tuvo que usar el oxígeno portátil que él llevaba. Los doctores salieron y lo dejaron allí. La enfermera salió, nos dijo lo que teníamos que hacer para cambiarle el parche y punto. Ni siquiera nos informaron si necesitaba camilla o cómo trasladarlo, y él no podía doblar las piernas, tenía que ir acostado porque sino corría el riesgo de sangrado”.
Con los cuidados que pudieron, Laura y sus familiares lo subieron al auto, pero en el camino sucedió algo que los turbó aún más, el señor apretaba en la mano un pequeño frasco de vidrio, había tomado uno de los recipientes de las supuestas células que le administraron y comenzó a decir: “Laura, me defraudaron, no me pusieron la cantidad de células que me dijeron, me pusieron solo dos botecitos de 15 millones y me cobraron lo de 120 millones de células”.
Laura no sabía si el hospital privado y la clínica de células madre operaban juntas, así que fue a reclamar a la clínica por el mal trato y a preguntar si le pusieron a su padre la cantidad de células por las que pagó. El médico que le había estado administrando las células madre a su padre le dijo que las cosas se habían hecho correctamente y que si quería que demandara.
Aunque Laura había insistido, nunca le entregaron una factura o un recibo, a su padre ni siquiera lo dieron de alta en el hospital donde le hicieron el cateterismo. La familia sintió que no tenían cómo defenderse y el padre de Laura se sintió defraudado.
Verdades a medias
Para la doctora Anayansi Molina Hernández, investigadora del Instituto Nacional de Perinatología, desde que alguien ofrece un tratamiento utilizando el término célula madre hay que dudar, pues el término biológico correcto es célula troncal. Cuando un equipo científico serio realiza una investigación relacionada con las células troncales, siempre aclara que la seguridad y la eficacia de las terapias aún están a prueba y nunca se debe cobrar a las personas por participar en la investigación, tal como se establece en la Declaración de Helsinki y en el Reglamento de la Ley General de Salud en materia de Investigación para la Salud.
Detectar el fraude es complejo, pues quienes lo perpetúan se aprovechan de dos situaciones: las personas buscan curarse de padecimientos que no tienen cura y las investigaciones científicas rigurosas sobre los posibles usos de las células troncales como terapia sí existen. Así que quienes ofrecen tratamientos utilizan el lenguaje científico para aparentar seriedad, pero lo exageran o lo manipulan para contar verdades a medias.
Una de las verdades a medias que más se repite es que las células madre pueden convertirse en cualquier tipo de célula del cuerpo humano. Esta es una forma tramposa de presentar la información.
La única célula que puede dar origen a todas las células del cuerpo humano es el óvulo fecundado y unas pocas divisiones de él, es decir, el embrión, y las pocas células que se originan de sus primeras divisiones. Pero una vez que esa primera célula da lugar a ocho células, las cosas cambian. Las células troncales comienzan a organizarse para formar los diferentes órganos y tejidos y se vuelven cada vez más especializadas, de hecho, en los adultos, las células troncales generalmente se encargan de formar un solo grupo de células provenientes de un tejido específico, explica Juan José Montesinos Montesinos, investigador en el Hospital de Oncología del Centro Médico Nacional Siglo XXI del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
“Entonces cuando alguien dice que las células madre pueden generar todos los tipos celulares, hay que detenernos a decir: no existe un solo tipo de célula troncal, así que todo depende de qué tipo de célula estemos hablando. Si hablamos de una célula troncal neural, puede generar una neurona o un astrocito, que son células que constituyen el sistema nervioso, pero no puede generar hueso, ni cartílago, ni tejido adiposo ni sangre”.
Ni en las personas adultas, ni en los niños, ni siquiera en el cordón umbilical hay células troncales que sean capaces de formar cualquier tejido de manera natural.
La peor de las mentiras
Existe otra afirmación que más que una verdad a medias es una mentira: las terapias celulares son completamente seguras.
En Internet se pueden leer frases como: “Las células madre autólogas son en estos momentos el tratamiento más seguro en la faz de la tierra”, escrita por un médico que ofrece tratamientos en Estados Unidos. Hay otras como: “A la fecha, en el 100 % de las personas que han sido sometidas al procedimiento no ha habido reacciones negativas”, que se lee en el sitio web de una clínica mexicana.
Pero las terapias celulares, sean con células propias o ajenas, implican riesgos. Jorge Meléndez Zajgla es investigador del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen), lleva años trabajando con células troncales para estudiar el cáncer y sabe que existen riesgos por someterse a estas supuestas terapias. Primero, porque se realizan procedimientos invasivos —como el cateterismo del padre de Laura— y se inyectan sustancias en lugares del cuerpo en donde es riesgoso hacer una punción, por ejemplo, en la espina dorsal o en los ojos —hay clínicas que ofrecen inyectar células madre en la espina dorsal de niños, como supuesto tratamiento para el autismo .
Segundo, porque este tipo de células se contamina muy fácil y muchas clínicas ni siquiera explican cómo las obtienen, ni si les hacen pruebas para detectar VIH, hepatitis y otras enfermedades. También están las clínicas que ofrecen tratamientos con células madre de animales, por ejemplo de oveja negra, pero introducir células animales, vivas o no, al cuerpo humano puede generar una reacción alérgica tan fuerte que lleve a la muerte.
“Lo mejor que te podría pasar es que te inyecten agua estéril, porque hay que ponerse a pensar, realmente, de dónde vienen esas células troncales, si es que en verdad son células troncales”.
Por último, las células troncales pueden generar rechazo o producir un tejido diferente al que se espera. Justo lo que le sucedió a Jim Gass: un equipo de médicos descubrió que tenía un tumor en la columna, un tumor de células que no eran suyas.
Jim Gass, un hombre de 66 años, acudió al médico porque le costaba caminar y sentía fuertes dolores de espalda. Con una resonancia magnética le descubrieron un tumor en la columna, pero esa no fue la sorpresa más grande. Cuando los médicos analizaron el tumor, encontraron que la mayoría de las células que lo formaban tenía un ADN diferente al de Jim.
Para recuperarse de un infarto, Jim había pagado casi seis millones de pesos en tratamientos con células madre en clínicas de Argentina, México y China, y al parecer, las células que le administraron directamente en la espina dorsal se transformaron en una masa que no se parece a ningún otro tumor conocido. Por desgracia el tumor crece sin control y los médicos no saben cómo tratarlo.
Además del caso de Jim Gass, existen otros reportes sobre los efectos adversos de la terapia celular. Está el caso de un paciente que recibió una inyección de sus propias células troncales hematopoyéticas en los riñones y desarrolló tumoraciones que le hicieron perder el riñón; o el caso de una paciente que sufría degeneración macular, una enfermedad que ocasiona la pérdida de la visión de manera progresiva, y que después de tres meses de recibir una terapia con células madre de su propia grasa perdió las dos retinas y la visión casi por completo.
La mujer pagó alrededor de 170 mil pesos a una clínica y dice que no recuerda que le advirtieran sobre los riesgos del tratamiento. Lo cual es probable, pues afirmar que los tratamientos son completamente seguros es una práctica común entre los que ofrecen estas supuestas terapias.
En 2016, un grupo de científicos en Canadá analizó 243 páginas de Internet en inglés que anunciaban terapias con células madre. Solo 24.7 por ciento de ellas aclaraba que siempre existe un riesgo mínimo de infección o de alergia por cualquier tipo de inyección. Más alarmante fue que solo 5.76 por ciento advertía que existen riesgos graves inherentes al uso de células troncales, como aumentar el dolor del paciente, el crecimiento de tejido diferente al esperado, los tumores o el rechazo.
Una anécdota no es evidencia científica
“Leticia Sánchez nos platica como [sic] desde niña desarrolló una lesión cerebral la cual no había podido tratar con buenos resultados, sin embargo desde que comenzó su tratamiento de Células Madre Humanas vivas en [nombre de la clínica] tuvo un cambio radical llevándola de un estado casi vegetal a una vida completamente normal”.
Las clínicas que ofrecen tratamientos con células madre ofrecen una abundante colección de este tipo de supuestos testimonios. Pero estos no son evidencia científica, nada asegura que son reales ni que las personas mejoraran como efecto del tratamiento con las células madre. Para eso se necesitan ensayos clínicos.
Quienes ofertan estas terapias dicen que han visto caminar a personas después de dos días, pero son solo anécdotas, mientras no exista un grupo de pacientes con el mismo padecimiento que tomen la misma dosis de células, otro que no tome las células y uno que reciba un placebo, no hay forma de saber si el tratamiento funcionó o incluso si dañó a las personas, explica María de Jesús Medina Arellano.
Credenciales engañosas
Cuando Laura Arce fue a la clínica donde trataron a su padre con células madre para reclamar el mal trato que le habían dado, pidió que le mostraran los permisos que tenían ante la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, la Cofepris. En la clínica le dieron largas y nunca le enseñaron los permisos. Por desgracia, en el caso de las células troncales, una licencia de Cofepris no asegura que los tratamientos que se ofrecen son seguros o eficaces.
“Varias clínicas anuncian en sus sitios web que están aprobados por la Cofepris, pero en realidad lo que tienen es una aprobación para un laboratorio, es decir, tienen un permiso para manejar productos sanguíneos, pero no tienen aprobación del tratamiento”, explica Jorge Meléndez.
La licencia de la Cofepris solo indica que tiene las instalaciones adecuadas para obtener, manejar o preservar células y tejidos, o para realizar operaciones quirúrgicas, pero no que los tratamientos sean seguros ni eficaces.
Esto complica que las personas detecten si lo que les están ofreciendo es seguro, pues las clínicas se acercan a la Cofepris para dar de alta sus laboratorios y ampararse para funcionar o para decir que sus tratamientos están avalados, lo cual es una premisa totalmente engañosa, insisto ninguna de sus terapias está avalada por la Cofepris, explica el investigador.
Por otro lado, las listas de las licencias que la Cofepris hace públicas son difíciles de encontrar y no están actualizadas. Por ejemplo, en el listado Licencia Sanitaria para establecimiento con disposición y/o banco de órganos, tejidos y células, se dice que el Centro Biotecnológico de Terapias Avanzadas, S.A. de C.V. tiene tres licencias autorizadas, dos en la Ciudad de México y una en Nuevo León. Pero esta clínica fue suspendida por la Cofepris en 2015, porque ofrecía tratamientos con células madre sin contar con la evidencia científica necesaria para probar que eran eficaces y ya no opera en la dirección que aparece en el listado.
Contradicciones oficiales
En total, la Cofepris ha aplicado suspensiones temporales a ocho clínicas que ofrecían trasplantes con células madre. En el comunicado que lanzó en 2015 para anunciar que suspendía el área de terapias celulares del Centro Biotecnológico de Terapias Avanzadas, se escribe:
“La Autoridad Sanitaria advierte que los tratamientos con células madre carecen de autorización porque su eficacia no está probada, por lo que los pacientes deben tener cuidado con quienes ofrecen este tipo de servicios médicos”.
Pero, de manera contradictoria, desde el 24 de enero de 2013, una reforma a la Ley General de Salud incluyó los centros de medicina regenerativa como establecimientos con la posibilidad de utilizar células troncales de manera terapéutica y la Cofepris otorga licencias a Establecimientos de Medicina Regenerativa y los define como un “Establecimiento autorizado para llevar a cabo procedimientos terapéuticos para la regeneración de tejidos, empleando células troncales, productos o componentes de las mismas”.
Según Álvaro Israel Pérez Vega, comisionado de Operación Sanitaria de la Cofepris antes de 2015, se autorizaron 99 licencias para trasplante de células, y de abril de 2015 hasta la fecha se han autorizado 21 licencias para establecimientos de medicina regenerativa, así que existen 120 licencias otorgadas para trasplante de células.
Por un lado, la Cofepris alerta que los tratamientos con células troncales todavía no cuentan con evidencia científica suficiente para ser aprobados, pero por otro lado, otorga licencias para establecimientos de medicina regenerativa que pueden ofrecer y cobrar por estos tratamientos.
Para María de Jesús Medina, el contexto jurídico contradictorio de México es lo que ha permitido que las clínicas proliferen y que el país sea uno de los lugares predilectos para el turismo médico con células madre, pues no existen normas específicas para definir lo que se puede y lo que no se puede hacer con las células troncales en la práctica médica.
La investigadora explica que lo que se necesitaría para crear estas normas es modificar la Ley General de Salud desde el congreso. Pero también aclara que, aun sin ellas, existen otros mecanismos en la ley para sancionar estas prácticas. Y si las autoridades quisieran, podrían inhabilitar estas clínicas, pues existen reglas para la investigación científica y para la experimentación con humanos, pues aplicar tratamientos no probados es hacer experimentación.
Álvaro Pérez no concuerda por completo, considera que es pertinente contar con un instrumento más ágil para autorizar este nuevo tipo de procedimientos, pero no considera práctico que la Cofepris apruebe de manera individual qué tipo de tratamientos con células madre se deben permitir, pues de hacerlo, en algunos años se tendrían “normas supergigantes” (cabe recalcar que la Cofepris sí autoriza de manera individual el registro sanitario de cada uno de los medicamentos en el mercado sin necesidad de normas gigantes); tampoco considera que se necesiten nuevas normas como consecuencia de un problema.
“Para empezar, tenemos que ver si es problema o no es problema, yo no sé si se identifique como problema, yo más bien lo veo como una oportunidad para mejorar la autorización y ser más activos en la vigilancia. No obstante, consideramos que está controlado, que son servicios que sí se han estado revisando”.
En México no hay problema
Para el comisionado de Operación Sanitaria de la Cofepris, los tratamientos con células madre no son un problema en México, pues la institución monitorea constantemente lo que se oferta en el mercado, lleva más de 60 visitas a establecimientos de este tipo.
Aunque cuando se le comentó de los sitios en Internet que ofrecen tratamientos sin evidencia científica y que se detectaron en esta investigación, dijo no estar al tanto de su existencia y que habría que revisar bien las direcciones web, pues muchas veces eso sucede pero en otros países, no en México.
“Dame esas URL, porque luego decimos que hay un gran problema, lo investigamos y resulta que son URL de Argentina, de Colombia... Tenemos más de 23 mil sitios en Internet suspendidos en todas las materias, entonces seguramente allí también hay vigilancia”.
Evitar el fraude
Como experto en el tema de células troncales, a Juan José Montesinos las personas le consultan si les conviene someterse a un tratamiento de células madre. Lo que les responde es que la ciencia está avanzando de manera exponencial en el tema, pero los tratamientos aún son cosa del futuro, y en el presente, si no son parte de una investigación formal, de un ensayo clínico o si quieren cobrar por ello, hay que alejarse.
Para Iván Velasco y para Anayansi Molina, es importante que las personas se informen bien sobre la enfermedad que padecen y de los tratamientos probados para esa enfermedad. Pero también que los investigadores se acerquen a los médicos para orientarlos, pues muchas veces no saben si estas terapias están aprobadas o no; y también a los medios de comunicación que por desconocimiento pueden publicar información falsa y tergiversada.
El comisionado Álvaro Pérez explica que la Cofepris vigila constantemente pero que corresponde también a la sociedad civil y a los medios de comunicación, en un tema de responsabilidad social, compartir la información sobre las clínicas que ofrecen tratamientos no probados con la autoridad sanitaria, e invita a denunciar en el 01800 033 5050 o en el portal www.gob.mx/cofepris.
Pero Jorge Meléndez y María de Jesús Medina Arellano consideran que el trabajo de descubrir el fraude no debería ser de los pacientes, pues es muy difícil para una persona en estado de vulnerabilidad, por su condición de salud, y que desconoce aspectos de ciencia básica y aplicación clínica darse cuenta si el tratamiento que le ofrecen está sustentado en evidencia científica, porque los artículos científicos no solo están escritos en inglés, se escriben en un lenguaje especializado difícil de comprender.
Para la investigadora, verificar que los fármacos y los tratamientos que existen en el mercado son seguros y cuentan con pruebas sólidas para ser ofrecidos a la población es trabajo de las autoridades sanitarias.
La ética médica
Quienes ofrecen tratamientos no probados no están dando a las personas la probabilidad de curarse, están aprovechando que un paciente no tiene un tratamiento para su enfermedad para hacerle lo que sea y de paso llenarse los bolsillos. Están violando la mayoría de los acuerdos éticos internacionales sobre la experimentación con humanos.
“La innovación no puede darse sin sustento ético y científico. Hay que discutir este tema en la agenda pública antes de que se tenga un caso grave que ponga en peligro la salud de una persona”, considera María de Jesús Medina Arellano.
Pero es posible que estos casos graves ya se hayan presentado y que no existan reportes porque las personas piensan que lo que dañó o mató a su familiar fue la enfermedad, o porque —como en el caso del padre de Laura Arce— sienten que no tienen cómo quejarse ante la autoridad.
Fraude y culpa
El padre de Laura falleció en enero de este año. Cuando Laura recuerda los tratamientos a que se sometió y la sensación de defraudación que le quedó a su padre, se pregunta cómo es que pueden existir clínicas así. En cierto sentido, también siente algo de culpa.
“También pienso que fue nuestra responsabilidad porque nosotros fuimos, nadie nos obligó, te venden una esperanza, una ilusión y pues allí está uno”.
Al participar en este reportaje, Laura comentó que estaría muy contenta de que se hicieran leyes y las autoridades vigilaran para que nadie más cayera en este fraude.
“Yo realmente no sé si las células madre funcionan o no. A mi papá no le hicieron nada, ni siquiera si fueron diez millones de células, cien millones o lo que se le haya puesto, no le hicieron nada. A lo mejor habrá personas que sí tengan honestidad y que apliquen los tratamientos que dicen, pero lo que nos hicieron a nosotros fue un robo”.