Marytere Narváez
Mérida, Yuc, 29 de diciembre 2015.- (aguzados.com).- Para Ana Lidia Domínguez Ruiz, profesora investigadora en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) y candidata del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), además de una facultad fisiológica, los sentidos se consideran desde una perspectiva antropológica como habilidades que se forman en el ser humano que pueden educarse, desarrollarse y transmitirse de generación en generación, de manera que las formas que tenemos de sentir están permeadas por la cultura.
En el marco del seminario Antropología de los sentidos impartido en la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), la investigadora compartió en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt sus experiencias en esta línea de investigación y, de manera particular, en el estudio del sonido como fenómeno social y cultural.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cómo estudia la antropología el campo de los sentidos?
Ana Lidia Domínguez Ruiz (ALDR): No todos vemos igual, no todos olemos ni decodificamos los datos sensoriales de la misma manera, la antropología de los sentidos o la antropología sensorial se encarga del estudio de la percepción. Justamente la percepción es el fenómeno fundador de esta disciplina porque es el primer acto de traducción del ser humano, es decir, sus sensaciones las traduce en percepciones. Cuando uno percibe una cosa como bella o como desagradable, entonces uno le está otorgando un valor a esa sensación y ese valor otorgado es la percepción. Por eso es que el mundo de los sentidos le interesa a la antropología, para saber cómo se construyen culturalmente los valores sensoriales.
AIC: ¿Cuáles son los antecedentes teóricos de esta perspectiva?
ALDR: En México es básicamente una disciplina nueva, pero ahora tiene mucho repunte. Hay gente que está muy interesada en la antropología visual a través de métodos etnográficos y visuales. Desde la música, particularmente la etnomusicología es un antecedente de la antropología del sonido, no solo la transmisión de los valores o los gustos musicales, sino de las maneras de escuchar.
La antropología sensorial es parte de una corriente de estudios más amplia conocida como estudios sensoriales, un campo multidisciplinario del que forman parte la psicología, sociología, filosofía, ciencia cognitiva y biología, por mencionar algunas ciencias. Hay quienes han pensado o han utilizado los sentidos para pensar los procesos simbólicos como la constitución de la identidad. David Holmes es uno de los autores principales entre los antropólogos que producen etnografías muy ricas en datos sensoriales, esa es la primera aproximación en la apertura hacia los grandes temas de la cultura por mediación de los sentidos.
Merleau-Ponty es el gran inspirador de la antropología de los sentidos. Generalmente utilizamos percepción como sinónimo de sensación, y son cosas totalmente distintas. Cuando olemos algo experimentamos una sensación, es decir, un estímulo, pero cuando uno le asigna un valor a la sensación eso ya es una percepción, Merleau-Ponty dice que este es nuestro primer prejuicio del mundo. Para mí esta distinción es la clave de la antropología de los sentidos.
La percepción no es una construcción meramente individual, hay cosas que uno clasifica en función de los gustos personales, pero esos gustos personales están determinados social y culturalmente.
En cuanto a las metodologías, la antropología de los sentidos es un campo inter, trans y multidisciplinario. Por ejemplo, yo he utilizado mucho el 'paisaje sonoro', que es una herramienta teórica y metodológica que te permite ubicar en un espacio elementos sensibles. Las metodologías son las de cualquier antropólogo, pero están muy prestas a la inventiva, uno puede crear muchas cosas, caminatas sonoras, salir a escuchar, se puede usar el cine para recuperar la memoria de la gente.
El Centre sur l'espace sonore et l'environnement urbain (Cresson) —donde hice una estancia doctoral— ha desarrollado muchas herramientas metodológicas para la recuperación de las sensaciones desde la arquitectura, a través del concepto de ambiente investiga cómo recuperar la experiencia y cómo se percibe un ambiente.
AIC: ¿Qué aspectos de los sentidos has investigado en México?
ALDR: Soy antropóloga sonora —si es que eso existe—. Me he ocupado del estudio del sonido como dato social. Mi primera aproximación fue la reconstrucción del paisaje sonoro de la ciudad de Cholula, Puebla. Retomé el concepto de paisaje sonoro de Murray Schaffer, pero no solo como un acto de contemplación sino como herramienta para ver cómo el sonido era algo que tenía consecuencias prácticas en la vida de las personas, en la religiosidad de la gente de Cholula, sus relaciones con los santos, con las campanas.
Posteriormente, en la ciudad de México comencé a trabajar con el ruido y cuestiones relacionadas con la contaminación acústica a través de un enfoque social. La idea era no solo pensar en este como un desecho sino tratar de entender el valor social del ruido, algo que comúnmente no se hace. El ruido lo producimos nosotros, la gente, el ruido es un producto social, entonces durante estos últimos cinco años he estudiado el ruido desde sus perspectivas artísticas, psicológicas, biológicas, urbanísticas, sociológicas y legislativas.
Recientemente participé en un proyecto de legislación de ruido de la ciudad de México, una ciudad muy complicada para ese trabajo y por lo tanto muy rica en los retos que representa entender este fenómeno. Derivado de eso he trabajado cuestiones relativas a la educación sensorial, la educación para la escucha como una manera de contribuir desde las ciencias sociales a solucionar este problema.
Hasta hace muy poco tiempo no había posibilidad de demandas por ruido, por lo que la gente no tenía dónde quejarse. Mi acceso al material era con gente que conocía o conocidos de conocidos que se quejaban del ruido, la gente abría foros de Internet para gritar sus frustraciones vecinales y el Internet se volvió parte de mi trabajo de campo. Cuando empecé a hacer estos trabajos consulté archivos de la Procuraduría Social del Distrito Federal y tenían escasas 20 demandas. El ‘no dato’ también es un dato, era interesante ver cómo no había causes jurídicos, por lo que realicé búsquedas en espacios muy pequeños donde a través de anecdotarios empecé a conocer por dónde han surgido los problemas de ruido.
AIC: ¿Cuándo se considera el ruido como violencia?
ALDR: El ruido es una forma de violencia acústica, entendida como una forma de agresión que se ejerce a través del sonido, más propiamente a los efectos negativos que la potencia sonora produce sobre el cuerpo. Pero esta violencia no solo se ejerce a través del volumen sino como imposición, es decir, obligar a alguien a escuchar lo que no se quiere.
El concepto de violencia acústica me ha llevado a estudiar el grito como violencia simbólica, como mecanismo de disciplina: uno grita para demostrar que es más fuerte que el otro sonoramente y es exactamente lo que hace el ruido. Desde la observación de fenómenos de guerras de sonido de un vecino contra otro, de un comerciante contra otro, hasta la guerra sempiterna de Israel y Palestina que se ha valido del uso de armas sónicas y mecanismos de control de las sonoridades sacras, particularmente con la promoción de la Ley Muecín. El ruido tiene una cantidad de lecturas muy importantes que pasa por distintos conceptos de violencia.
Hay ciertos elementos del ruido que son dañinos y eso es indiscutible. Independientemente de que el sentido del ruido se construye en la subjetividad —uno puede pensar que el sonido del motor de una motocicleta es hermoso si te gustan las motocicletas y al que no le guste dirá que es un sonido infernal—, está comprobado científicamente que hay niveles de ruido que son dañinos, que merman la escucha, pero eso no es una definición de ruido, es solo una cuestión que tiene que ver con mediciones. Es cierto que la definición de lo que es o no ruido puede ser utilizado como mecanismo de control, así como la indefinición de lo que es el ruido se presta justamente para cualquier fin.
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