VALOR PÚBLICO / ¡LOAS PARA LOS ACORDEONES!

Categoría: opinion

 

 

 

David Pérez Calleja

 

Aguascalientes, Ags, 27 de junio de 2025.- (aguzados.com).- Celso Piña, acariciaba las teclas de su Acordeón con la envidiable energía de un nostálgico maestro de obras ferrocarrileras, al mismo tiempo, transformaba el antiguo ritmo del romanticismo europeo en folclor de alegres polkas y modernas cumbias, marchas y redovas.

Con la destreza que sólo acompañaba a un gran maestro de música, Piña mimaba aquel instrumento que inmigrantes alemanes habían introducido a México en los más ilustrativos momentos de un régimen dictatorial que treinta años encabezó el señor Porfirio Díaz Mori.

Aquel Acordeón de Piña que sirvió para alegrar la profunda tristeza, soledad y abandono histórico de miles de trabajadores que picaban la piedra en las obras rieleras porfiristas, recuperó vitalidad en el primer cuarto del Siglo veintiuno para rendir culto a la narrativa del poeta:

“Los Cien Años de Macondo, Sueñan, Sueñan en el Aire. Y los Años de Gabriel Trompeta, Trompetal Anuncia.

Encadenando a Macondo, Suena Don José Arcadio.

Y ante él la vida pasa, siendo, remolinos de recuerdo. Úrsula Cien Años, Úrsula Cien Años. Soledad, Macondo Eres Epopeya del Pueblo Olvidado.

Forjado en Cien Años de Amores e Historia”.

Y así murió Celso Piña en el siglo veintiuno recibiendo loas a su acordeón.

Y un siglo antes, Porfirio Díaz Morí, el último dictador de la República había sido expulsado de la Patria. Viajaría a Francia exiliado con manos llenas de oro y manchadas con sangre de trabajadores abandonados a su suerte y en la soledad de su destino.

Y años después, en todos los distritos de la Patria, aparecía una nueva dinastía del apellido Piña. Dinastía que interpretaría las melodías de Norma Lucía. Y en la escena el

juvenil y auténtico ritmo del “Flow Rap Improvisado, o Batalla de Gallos de Gallinas y de Guellenos, con letra de la “digna” presidente del Poder Judicial y la “invencible” presidenta del Poder Ejecutivo.

Un lejano primer domingo de junio, los integrantes del Consejo General del Instituto Nacional Electoral decidieron acudir a maquillarse y, de paso, redecorar la manicura de uñas en pies y manos, acompañando con aplausos y flautines la formidable ejecución de la “Salsa Agria”, con diminutos acordeones dictados por la inteligencia artificial y tocaron la flauta para elegir jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial.

Así nacía la Cultura del Acordeón Improvisado. Coreada e ilustrada con intérpretes confrontados y contestatarios que ya no acariciaban el enorme teclado de ciento ochenta y un bajos, y sus cuarenta y cinco agudos. Cultura del Acordeón, de la transición política que evolucionaba de la Cultura de la Pepena y retornaba a sus orígenes cavernarios.

Cultura del Acordeón como sinónimo de la falta de memoria histórica. De lacayos copiones sin ética y débiles e indolentes, y de vagos interpretes desafinados, omisos, convenencieros y serviles.

Cultura del Acordeón que rasgaba, violenta y sin sentido, el antes bello y fino instrumento musical alemán, reconstruido en México para golpear, sin sentido, a la Patria y reproducir las estridentes melodías de “Salsa Agria”, con acordes de uñas largas que rasgarían a la Nación.