- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 9 de julio de 2019.- (aguzados.com).- La permisividad contra el ambiente no es nueva, viene existiendo desde tiempos remotos, aunque nada tiene que ver con el desarrollo vigente, según describe el portal especializado elruido.com: “En el Imperio Romano ya existían reglas relativas al ruido emitido por las ruedas de hierro de los carros, que al rozar con las piedras del pavimento, podían molestar a los ciudadanos y en la Europa Medieval se prohibió el uso de los carruajes en ciertas ciudades durante la noche, con el fin de asegurar un sueño tranquilo a sus habitantes”.
Hoy se llega a casos extremos de impunidad en los fraccionamientos fifis y en las colonias chairas. En el estacionamiento de Altaria y en comercios callejeros para llamar la atención de los compradores. En fiestas públicas y en reuniones privadas en Vergeles. En antros de postín y en cantinas de mala muerte.
Hace un año, el lunes 25 de junio, el periodista Matías Lozano publicó en su columna Cortando por Lozano, una queja de vecinos de la calle Cerro de la Bufa, por el juvenil desmadre en los antros de la avenida Colosio: “Nos han robado nuestra tranquilidad, nuestro sueño, nuestros derechos pisoteados, aparte del ruido infernal, inseguridad pública, basura, problemas de vialidad, se estacionan en cocheras, teniendo que hablar a vialidad, se orinan en banquetas. Tenemos videos. Se los hemos enviado. Tenemos números de reportes que nos han dado. Les hemos manifestado incluso que acuden menores de edad. No les importa. Nadie nos hace caso. Ojalá y usted pudiera constatar y hacer pública nuestra denuncia”.
El “depósito” Don Vargas hizo lo que le dio su regalada gana hasta que los vecinos de la calle Sierra de las Palomas, calles aledañas en el Bosques del Prado, los gerentes de la tienda Soriana y la Plaza Universidad, se unieron y pusieron el grito en el cielo. Después de accidentados meses la autoridad municipal le hizo caso y clausuró la sucursal de Sodoma y Gomorra. El protegido antro ya anuncia su reapertura a unos pasos de Plaza Torre Bosques. Dios agarre confesados a los vecinos.
Hace tres años, el 16 de mayo, escribí que San Antonio tenía problemas de salud, pero ocasionados por el antro La Tabla —hoy regenteado con el nombre de Aquel Edén—, ubicado frente a su templo, en Zaragoza y Pedro Parga.
Los alcoholizados ponen la música a todo volumen. Gritan. Se empujan: Retan al enemigo de ocasión. Riñen. Molestan a los transeúntes. Desgracian la vida de los vecinos. Y los sacerdotes que viven a espaldas del Templo de San Antonio, por lo afectados que se encuentran, rezan el Padre Nuestro con la letra del Ave María.
Mientras los habitantes del municipio de Aguascalientes padecemos la indolencia de verificadores y prehispánicos controles de los giros reglamentados, en España, el Ayuntamiento de Sevilla cuenta con un mapa sonoro de la provincia, elaborado por la empresa Ingeniería Acústica y de Servicios, y en Barcelona, hace diez años, ya se obsequió la pena histórica al Donegal, que estuvo abierto entre abril de 2005 y mayo de 2006:
Una sanción ejemplar de cinco años y medio de cárcel y fuertes multas recibió la propietaria de un bar musical de Barcelona, un fallo pionero en España, por las lesiones que causó a los vecinos, informó en días pasados la Audiencia provincial de Barcelona.
En el texto de la sentencia, los jueces vinculan el ruido provocado por los cinco altoparlantes del local con la “tortura”, lo que explica la dureza de la sentencia, la pena más severa en este campo (La Jornada/Capital, Desde Otras Ciudades, 29/ 3/2009).
La administración municipal 2019-2021 tiene una asignatura pendiente. Es urgente y prioritario devolverles a los habitantes de Aguascalientes la sana convivencia. El respeto al derecho ajeno. El armonioso ambiente vecinal. La atención ciudadana pronta y expedita. La pulcra aplicación del Código Municipal. Y el gobierno de las coyunturales y pequeñas cosas.
Porque alguien tiene que escribirlo: A propósito, en diciembre se cumplirán dos años que Juan Antonio Martínez Romo, secretario de Seguridad Publica Municipal de Aguascalientes declaró que su dependencia “trabaja en la reactivación de módulos de vigilancia en tres fraccionamientos, que son: Canteras de San Javier, el Campestre y San Marcos” (elclatinete.com.mx, 09/11/2017).
El del Campestre, también vigilante de los fraccionamientos Vergeles y La Herradura, jamás se “reactivó”, permanece cerrado, deshabitado; es una especie de abandonado florero en la glorieta, donde por cierto, reina el desmadre vial, con la complacencia de la Dirección de Tránsito/Vialidad/Movilidad/, o como se llame.
La promesa está vigente, el cumplimento también.
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