- Javier García Zapata
Aguascalientes, Ags.- 16 de mayo de 2019.- (aguzados.com).- Gumersindo Magaña no lo pensó mucho. “Sí, ¿por qué no? ¡Vamos!”, dijo, y nos encaminamos junto con varios periodistas hacia la habitación de Heberto Castillo, a quien sorprendió gratamente el gesto de aquél.
Era la mañana del domingo 23 de agosto de 1987, fecha del cumpleaños del ingeniero. Recién había comenzado la campaña presidencial, y Heberto aún no se sumaba a la candidatura de Cuauhtemoc Cárdenas: todavía era el abanderado del PMT. A su vez, Magaña era el candidato del Partido Demócrata Mexicano (PDM), “el del gallito”.
Coincidimos ese fin de semana en el Hotel Catedral de Morelia. Michoacán, tierra del propio Gumersindo, y que fue el estado donde comenzó su campaña. (¡Fiu! Fueron diez meses de recorrer el país exclusivamente por vía terrestre; pero ésa es otra historia).
Reporteros que acompañaban al veracruzano me pidieron proponerle a Magaña que felicitara a Castillo por su aniversario. Se hizo. Fue un encuentro breve, cordial, sincero.
(La noche anterior, dos integrantes del equipo pemetista pasados de copas se habían incorporado a la mesa que ocupábamos Magaña, Baltazar Valadez, periodistas que nos acompañaban y yo en un restaurant de los arcos; todo estuvo aceptable, excepto porque los “visitantes” se mofaron del nombre de Gumersindo; a la mañana siguiente, todavía con la resaca encima, le pidieron disculpas).
Como resulta evidente para cualquier mediano conocedor de la política mexicana y sus personajes, Heberto y Magaña (ambos ya fallecidos), eran muy diferentes en cuestión ideológica, pero estoy cierto que coincidían en inteligencia, en bonhomía, decencia y honestidad. (En la foto, Magaña y el autor de esta columna en un poblado de Jalisco).
Recordé este episodio ayer mientras veía en las redes el altercado que por la mañana en la estación de José Luis Morales tuvieron los candidatos Iván Sánchez Nájera y Arturo Ávila, a raíz de la actitud del aspirante morenista, según se observa en el video.
Hay quienes dicen que, más que valiente o claridoso, más que desafiante, Ávila se mostró como bravucón de barrio, provocador como esos boxeadores que se muestran muy agresivos durante los pesajes y que luego son noqueados en el primer round.
Pareciera que la desesperación está golpeando las puertas morenas, pues a pesar que Ávila se tira al suelo una y otra vez para que lo levanten, lo cierto es que su campaña no termina por prender, y la estrategia adoptada parece revertirse. Y es que quejarse de persecución política es una exageración; ya me imagino si él hubiera andado por aquellos caminos rurales y rancherías hace 30 años, cuando la hegemonía priista estaba en su esplendor y los cacicazgos abundaban.
La instalación del “monumento a la esperanza” en la Plaza le aportó más negativos que positivos, pues muchos ciudadanos consideraron que era más bien un monumento al ego, y no son pocos los que han terminado por desencantarse ante la falta de propuestas, sustituida por la autovictimización como estrategia, pues Morena y su candidato no pueden aducir falta de respeto a la libertad de expresión, en este caso, cuando hay una normatividad que respetar.
Mientras tanto otros candidatos, incluso la puntera, están ahí como hormiguitas haciendo su trabajo sin aspavientos.
A la alcaldesa con licencia quién sabe qué tanto le aporte el que se haya sumado a la campaña su contrincante en la interna, Julio Medina; ayer estuvo cobijada por la plana mayor del PAN. Por su parte, a tiro y tirón pero avanzan Ventura, el propio Iván Sánchez y hasta Enrique Rangel….
Así que Arturo Ávila bien haría en cambiar de estrategia… o de estrategas, si quiere seguir aspirando al segundo lugar.
DOS PUNTOS
Decíamos ayer que “Abundan en todos los niveles personas que debieran dedicarse a otra actividad, menos a la docente, y no necesariamente por falta de conocimientos en la materia que imparten”, lo cual lo confirmamos una vez más en el curso de la tarde y noche de ayer a propósito de los festejos por el Día del Maestro.
Por cierto, a alguien se le hizo bolas el engrudo, y los maestros jubilados se quedaron esperando su bono, que a lo mejor no llega, como no les llegó a los trabajadores del CECyTEA, en donde acusan que el director Roberto Rincón ordenó quitárselos, según lo publicó Magisterio Alerta.
Oigan, y qué feo eso de que resulta que siempre sí la PGR dañó la campaña de Ricardo Anaya.
De ambos temas, el educativo y el del exaspirante presidencial panista, platicaremos mañana, Dios mediante.
POSTRE
En algún lugar leímos:
La política es semejante a la religión: la diferencia es que en política cada uno confiesa los pecados del adversario. (16/V/2019).