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Lanza Nuevo Mensaje Homofóbico el Obispo José María de la Torre

  • La Iglesia Católica se mantiene en su postura de rechazar las bodas gay
  • Los homosexuales deben ser acogidos con respeto y no enfrentarlos a discriminación injusta (sic)

Alfonso Morales Castorena

clero30jun14

Aguascalientes, Ags, 30 de junio de 2014.- (aguzados.com).- El obispo de la diocésis local, José María de la Torre, en su acostumbrada conferencia de prensa en la Casa del Obispado, reiteró que "la iglesia católica no puede, en modo alguno, llevar a la aprobación del comportamiento homosexual, ni a la legalización de las uniones homosexuales.

No obstante, y debe quedar muy claro, los hombres y mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos con respeto, compasión delicadeza y deberá evitarse, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta", añadió el prelado.

Ofuscan valores fundamentales

Continuó diciendo que "el bien común exige que las leyes reconozcan, favorezca y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad, reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría, no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad”.

Luego diría José María de la Torre “porque sin ánimo de ofender a nadie, no podemos dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad", agregó.

La familia: célula primaria de la sociedad

Señaló que la familia es la célula primaria y vital de la sociedad, porque constituye su fundamento y alimento continuo mediante su función al servicio de la vida, por tanto, cuanto le acontezca a la familia tendrá una igual repercusión en la propia sociedad.

El prelado dijo que debemos estar muy atentos a los temas vida, matrimonio y familia, pues en ellos nos jugamos el futuro de nuestra sociedad, el bienestar de nuestras familias, fundamentadas en el matrimonio de un varón y una mujer, es garantía de paz, estabilidad, cohesión, progreso, desarrollo social, económico y humano.

"Sostenemos firmemente y sin ningún rubor que los tiempos que estamos viviendo hacen apremiante el fortalecimiento de la familia como trasmisora de valores humanos y célula fundamental de la sociedad", reiteró el obispo De la Torre Martín.

Añadió que "faltaríamos a nuestro deber de pastores si no enfatizáramos que las parejas matrimoniales cumplen el papel de garantizar el orden de la procreación, seguridad, afecto y educación de sus hijos y son por lo tanto, de inminente interés público, el derecho civil les confiere y les deberá seguir confiriendo un reconocimiento institucional, sólido e inconfundible”.

Por el contrario las uniones homosexuales, ya encasilladas como sociedades de convivencia o bodas gay, no exigen una específica atención por parte del ordenamiento jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común.

Argumentos falsos

Es falso el argumento, según el cual la legalización de las uniones homosexuales sería necesario para evitar que "los convivientes" (sic), por el simple hecho de su convivencia homosexual, pierdan el efectivo reconocimiento de los derechos comunes que tienen en cuanto a personas y ciudadanos.

“En realidad, como todos los ciudadanos, también ellos, los homosexuales, hombres y mujeres, gracias a su autonomía privada, pueden siempre recurrir al derecho común para obtener la tutela de situaciones jurídicas de interés recíproco", externó el prelado.

Pero otorgarles tales supuestos derechos, agregó, constituiría una grave injusticia, pues llevaría a sacrificar el bien común y el derecho de la familia, con el fin de obtener bienes que pueden y deben ser garantizados por vías que no dañen a la generalidad del cuerpo social.

Abierto Rechazo a su legalización

El pastor diocesano afirmó que "en el caso de que se proponga un proyecto de ley a favor de la legalización de las uniones homosexuales, el legislador católico tiene el deber moral de expresar clara y públicamente su desacuerdo y votar contra el proyecto de ley”.

Conceder el sufragio del propio voto a un texto legislativo tan nocivo del bien común de la sociedad, “es un acto gravemente inmoral", dijo enfático.

Añadió que "si todos los fieles católicos están obligados a oponerse al reconocimiento legal de las uniones homosexuales, los políticos católicos lo están en modo especial, según la responsabilidad que les es propia”.

Hay que abstenerse de cualquier tipo de cooperación formal a la promulgación o aplicación de leyes tan gravemente injustas y asimismo, en cuanto sea posible, de la cooperación material en el plano de la aplicación, en esta materia, cada cual, “especialmente funcionarios públicos, pueden reivindicar el derecho a la objeción de conciencia".

Terminó diciendo que "les recuerdo que calumniar, difamar o mal informar sobre este fenómeno moral inquietante y por demás preocupante, causaría graves consecuencias a nuestra sociedad”.

Tocar el tema superficialmente, irresponsablemente, electoralmente, no representaría ninguna forma de progreso, sino de retroceso, como lo demuestra la historia, dijo, “con la decadencia de todos los grandes imperios que socavaron su patrimonio más valioso, sus familias, sus tradiciones y sus valores".

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