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El Festejo o el Calvario de las Vacaciones (Primera Parte)

El Festejo o el Calvario de las Vacaciones

(Primera Parte)

  • Premiar a los hijos por terminar el ciclo escolar no acaba con las ceremonias de graduación, hay quienes todavía premian a los estudiosos con unas merecidas vacaciones

Alfonso Morales Castorena

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Aguascalientes, Ags., 20 de Julio de 2014. (aguzados.com).- La conclusión de un ciclo lectivo más en la entidad no sólo apareja la satisfacción de los paterfamilias por ver que sus hijos terminan con bombo y platillo parte de su educación - no olvidar la ceremonia anual de fin de cursos - sino que los enfrenta al dilema de premiarlos o continuar festejándolos y hasta cierto punto incluir, en ese tipo de actividades, al resto de la familia.

Tales actividades no distinguen status social alguno, en ellas, la condición económica pasa a segundo término, lo primordial es olvidarse, cuando menos por algunos días, del ajetreo diario que se enfrenta en todos los órdenes de la vida laboral, familiar, social y escolar, todo mundo se apresta a disfrutar de las consabidas y en ocasiones mal llamadas, vacaciones escolares.

Algunas de ellas son planeadas con antelación, en el caso de la clase pudiente de forma unifamiliar, otras se organizan en grupos de estudiantes acompañados de sus padres y hermanos, como lo hace la clase media y con menos frecuencia, la clase media alta, que por lo general recurre a los consabidos Turipaquetes o Paquetes Vacacionales.

Pero las más de esas vacaciones escolares son improvisadas y de acuerdo a la idiosincracia que priva en la sociedad, bajo la premisa de "a ver cómo nos va", sin considerar los riesgos y vicisitudes que se pasarán en su afán por "disfrutar de unos días de descanso", sin tener un destino de asueto ya establecido, que les ofrezca confort y seguridad.

En ninguno de los casos citados, salvo en la clase alta que por su status económico no repara en gastos cuando de vacacionar se trata, los paseantes cuentan con una partida especial de dinero que destinen a viajar cada fin de cursos y desvían la mayor parte de sus ingresos a esta etapa de su vida.

A su regreso, con los bolsillos vacíos, enfrentan el reto de allegarse los recursos económicos que "necesitan con urgencia para solventar los compromisos que dejaron pendientes", todo sea por "darle un gusto a sus hijos estudiantes y de paso, a su familia y a ellos mismos", lo demás pasa a segundo término, incluida la etapa de reinscripción "otro gasto del que Dios ya proveerá", según la conseja popular.

¿Vacaciones de Lujo?

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Bajo ese panorama vacacional, quienes gozan de una posición económica envidiable, la clase alta por supuesto, prefieren planear viajes a destinos turísticos o centros recreativos o de juegos de azar del extranjero o a las zonas doradas marítimas del país, a las que solo tienen acceso aquellos que están en condiciones de erogar fuertes cantidades de dinero, ya sea de plástico en cualquiera de sus modalidades, en papel moneda de uso corriente, nacional o extranjero.

En este rango social se prefiere viajar a Estados Unidos de Norteamérica, estar en Orlando, Florida, visitar Disneylandia, jugar en Las Vegas, nadar en las paradisíacas playas de Miami, Florida, Hawaii, Honolulú, apostar en las carretas de caballos de Kentucky, asistir a eventos deportivos de renombre, ya sea de fútbol americano, del béisbol de las Ligas Mayores o del baloncesto, la erogación económica es lo de menos.

También hay quienes prefieren viajes de placer a destinos turísticos de Europa, llevan a la familia a visitar España, Francia, Italia y hasta a divertirse "a lo grande" en los Alpes Suizos, o en los casinos de Montecarlo, recorrer la Riviera Francesa y hay hasta quienes programan una visita a la Santa Sede y de paso, tener la posibilidad de "saludar al líder en turno de la religión cristiana".

Algunos otros miembros de esa clase social alta, optan por viajar al Caribe Mexicano, disfrutar de los atractivos que ofrece Can Cún, hoy convertido en un paraíso donde el mexicano es un extranjero en su propia tierra, porque la moneda de uso corriente es el dólar americano y el costo de la vida se tasa en esa divisa, en detrimento de sus habitantes y de las comunidades indígenas que lo rodean, pero esa circunstancia pasa inadvertida a los visitantes, nacionales y extranjeros.

En el renglón de costos a sufragar, para realizar un recorrido de esta naturaleza, el precio promedio por persona supera los mil 800 dólares americanos, tal y como lo anuncian la mayoría de las agencias de viaje establecidas en la ciudad, que en forma continua organizan excursiones al extranjero.

Los paquetes de viaje que integran las mencionadas agencias, incluyen hospedaje, transportación y al menos dos alimentos durante la estancia al destino turístico elegido con antelación y como gancho adicional, algunas promocionan la compañía gratuita de dos menores de edad, hasta de ocho años y otras ofrecen un descuento especial para los niños, en ese mismo rango de edad.

Por conclusión una familia de la clase social alta, integrada por al menos dos adultos y dos adolescentes, tendría que desembolsar poco menos de seis mil dólares para disfrutar de las famosas vacaciones escolares, sin tomar en cuenta los gastos individuales que por fuerza tienen que realizar los paseantes, que dada su posición económica, "tal erogación sería como quitarle un pelo a un gato", según comentario de la propietaria de una agencia de viajes, de cuya identidad solicitó su reserva.

El tipo de vacaciones de que disfruta la clase social media alta, media y baja, y si acaso existe una más baja, será tema de nuestra siguiente entrega.

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