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Festejando a la Patria, el Mito o Realidad de Los Niños Héroes

  • Despuésde la consumación de la Independencia siguieron los conflictos por el poder

Alfonso Morales Castorena

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Aguascalientes, Ags., 13 de septiembre de 2014.- (aguzados.com).- La celebración de la Independencia de México consumada tras once años de lucha, el 27 de septiembre de 1821, complementó y enriqueció en su historia al desenlace final de la guerra entre México ya libre y los Estados Unidos de Norteamérica en 1847, surgida por los planes expansionistas de éste último y la decisión de colonos y emigrantes que se asentaban en el estado de Texas que pretendían e intentaban ser una República independiente.

Ya en 1837 los pobladores texanos habían solicitado a la entonces Unión Americana en expansión, su ingreso a lo que conformaba la Federación Estadounidense, tanto por voz de los colonos, como por mediación de emigrantes de origen anglosajón, que pregonaban su separación de la República Central Mexicana.

Su planes incluían también separarse del estado mexicano de Coahuila y de su constitución como tal y por consecuencia desligarse de la restitución de la Constitución Federal Mexicana que regía desde 1824, luego que la Nueva España se librara del yugo español que la oprimió durante tres siglos e incluso los ciudadanos ya la habían proclamado como la República de Texas.

La postura de las autoridades mexicanas para conservar intacto su territorio, las llevó a la ruptura de sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos, al tiempo que éste apoyaba a Texas y lo admitía en su Federación de Estados, originándose así una nueva lucha armada en la que surgieron los hoy llamados Niños Héroes de Chapultepec, a los que nos referiremos en esta entrega.

niñosheroesa11sep14Ante la tozuda posición del gobierno mexicano, primero Estados Unidos envió tropas a la zona norte del Río Bravo para asegurar la franja del vasto territorio texano en disputa, sin tomar en cuenta que para esos años, la frontera con México la delimitaba el Río Nueces, varios kilómetros al norte de la zona invadida por el ejército estadounidense, donde sus soldados levantaron una serie de fuertes para enfrentar en varias ocasiones a las patrullas del Ejército Mexicano.

Mientras esas escaramuzas no pasaban a mayores, Estados Unidos cambió de táctica y renueva su solicitud a México para que le ceda en venta sus territorios del norte y al fracasar en sus negociaciones, inicia preparativos para tomar por la fuerza de las armas los terrenos en disputa.

De esa forma en 1845 las tropas estadounidenses incursionan en San Francisco, un pequeño pueblo al sur de Texas y obliga a la inmigración de sus pobladores, la mayoría de ellos miembros de la Iglesia Mormona, que se asientan en el Lago Salado, que para ese año de 1846 dependía de Nuevo México, en tierras mexicanas, pero que al final de la guerra, quedó en poder de Estados Unidos y al paso del tiempo se convirtió en lo que hoy conocemos como el estado de Utah, en la Unión Americana.

Ya declarada la guerra entre ambos países, las tropas nacionales fueron sitiadas el 23 de mayo de 1846 en el Fuerte La Fortaleza, en territorio texano que era gallardamente sostenido por los mexicanos para evitar que las tropas estadounidenses se asentaran en ese lugar y lo tomaran como bastión para concentrar ahí la mayor parte de sus efectivos.

Pero el ejército nacional sucumbió el 25 de julio de ese mismo año y ya nada pudieron hacer por evitar la entrega del fuerte, en tanto que los movimientos de insurrección que se generaban en los estados del norte de México, apoyados por el ejército regular de los Estados Unidos, se alzaban con la victoria en los todavía pueblos mexicanos de California y Nuevo México, declarándose de inmediato como Repúblicas Independientes, listas para anexión inmediata a la Unión Americana.

niñosheroesba11sep14Luego para evitar que México pudiera reorganizar sus tropas, prepararlas de manera adecuada para enfrentar al ejército estadounidense y de paso asegurar la posesión de los territorios conquistados, Estados Unidos envía expediciones bélicas a la ciudad de Monterrey y a la misma capital mexicana.

Para llegar a esta última, el ejército invasor bajo el mando de Winfild Scott invade el Puerto de Veracruz y con el control de la situación bélica, emprende camino a la capital mexicana, obligando a las fuerzas nacionales a fortificar el Peñón de los Baños que era la puerta de acceso a México por su lado oriente, entre los lagos de Texcoco y Xochimilco.

Pero el ejército invasor toma la ruta más larga para llegar a su destino, rodea por el sur la sierra de Santa Catarina y ahí tienen lugar las batallas de Churubusco y de Padierna, en las que ambos bandos sufrieron bajas considerables.

Al conocer el alto mando del ejército estadounidense que la ciudad de México estaba fortificada, tanto de manera natural como artificial desde la llegada de los españoles, ya que contaba con una serie de aduanas que constituían los canales de riego y puertas casi infranqueables por sus nudos montañosos, se descubrió que la entrada más fácil sería por el Cerro de Chapultepec, ya que el terreno, pese a ser época de lluvias estaba seco y árido, al contrario de los accesos norte, sur y oriente, donde existían una serie de lagos y pantanos que impedían el avance de la tropa y era presa fácil de los defensores de la plaza.

Para entonces ya el ejército nacional había fortificado el Cerro de Chapultepec, que por ese año de 1847 era almacén de pólvora y estaba habilitado -una parte de la construcción hecha años atrás - como sede del Colegio Militar, en tanto que la fábrica de pólvora de Santa Fe, había sido desalojada con la finalidad de no ser atacada por los invasores, quienes al final de cuentas terminaron por destruirla.

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Los altos mandos del ejército mexicano ordenaron desalojar el cuartel general del Colegio Militar, en virtud de que sus diferentes grupos de estudiantes estaban formados por niños de entre 13 y 15 años y jóvenes que aún no alcanzaban los 20 años de edad.

Muchos de esos estudiantes acataron las órdenes superiores, algunos se retiraron a sus casas por sus propios medios, otros lo hicieron acompañados por sus familiares y solo 46 de ellos solicitaron permanecer en las instalaciones militares para defender el plantel, a los que se unieron varios cadetes que recién se habían graduado, pero que aún no tenían asignación castrense que cumplir, así como 19 miembros más, entre los que contaba el director del Colegio Militar, varios instructores, maestros y hasta el despensero del plantel.

En ese mes de septiembre de 1847 el Ejército del Norte bajo el mando de Antonio López de Santa Ana, se había fortificado en las inmediaciones del bosque y el cerro de Chapultepec, formando varios pelotones para su defensa, en caso de que las tropas de la Unión Americana decidieran atacar el plantel militar.

El ejército invasor había tomado como base de operaciones el palacio del antiguo arzobispado en Tacubaya y ahí sometió a corte marcial a varios miembros del Batallón de San Patricio, que había hecho prisioneros en batalla y para el día 11 de septiembre de 1847, avanzaron y se hicieron de la casamata que se localizaba al lado poniente del bosque de Chapultepec.

Al día siguiente, 12 de septiembre de 1847, para vencer la resistencia del ejército nacional, las huestes norteamericanas lanzaron metralla contra las murallas del plantel militar y bombardearon el Castillo de Chapultepec y otras posiciones de defensa instaladas en el bosque cercano y ahí se empezó a escribir la historia y el mito de los Niños Héroes

Los invasores se lanzaron al asalto final el 13 de septiembre de 1847 y con varios cuerpos de infantería atacaron el Castillo de Chapultepec por el sur y el poniente del cerro, cuya superioridad bélica, tanto en armamento como en número de combatientes, los llevó a la victoria la tarde de ese mismo día y al continuar su avance lograron llegar hasta la Garita de Belén, donde fueron detenidos por las fuerzas mexicanas.

Estas últimas se habían replegado hasta La Ciudadela con la finalidad de preparar la defensa de la ciudad, pero para su sorpresa recibieron la orden del general en jefe, Antonio López de Santa Ana, que no había tomado parte de la batalla en el Cerro de Chapultepec, de abandonar sus puestos y su refugio, dejando la ciudad en manos del enemigo.

niñosheroesd11sep14Ya sin encontrar resistencia alguna y cuando las tropas invasores se hacen dueñas de la situación en forma pacífica, hasta el día 15 de septiembre de 1847, el ejército americano inicia la búsqueda de sus hombres heridos, casi todos ellos tirados en el campo de batalla, reúne a sus muertos y autoriza a los vencidos, civiles, militares y prisioneros de guerra mexicanos a que hagan lo mismo.

Los cuerpos de los combatientes nacionales quedaron sepultados en las mismas trincheras que utilizaron para la defensa del Castillo de Chapultepec, en virtud de que varios de ellos habían muerto lejos de su lugar de origen y no existían los medios para entregar sus cadáveres a sus familias y otros más, por no decir la mayoría, fueron sepultados en distintos lugares.

Mientras que Estados Unidos dio sepultura a su muertos en un terreno que se ubica en en la esquina de lo que es el Circuito Interior y la Calzada de Tacuba, que luego sería declarado como un parque memorial por el gobierno norteamericano y que hoy en día forma parte de la embajada de los Estados Unidos y por ello, a nivel jurídico, se considera suelo estadounidense.

Cadetes y Oficiales Heridos o Prisioneros.

Pese a las vicisitudes de la época y con la escasa información que se tenía a la mano, pero con el apoyo del comandante en jefe del ejército invasor, las fuerzas nacionales lograron formular el parte oficial de cadetes y militares en activo que habían caído en la lucha o terminaron por ser prisioneros o habían resultado heridos y la compañía a la que habían pertenecidos, mismos nombres que se pueden ver en el obelisco construido a su memoria al pie del Cerro de Chapultepec.

Prisioneros de la 1ª Compañía

Capitán Domingo Alvarado; Tenientes: José Espinosa y Agustín de la Peza; Cabo José T. de Cuellar; Tambor, Simón Álvarez; Cadetes: Francisco Molina, Mariano Covarrubias, Bartolomé Díaz León, Ignacio Molina, Antonio Sierra, Justino García, Lorenzo Pérez Castro, Agustín Camarena, Ignacio Ortiz, Manuel Ramírez Arellano, Carlos Bejarano, Isidro Hernández, Esteban Zamora, Santiago Hernández, Ignacio Burgoa Lagos y Ramón Rodríguez Arangoity.

Prisioneros de la 2ª Compañía

Teniente Joaquín Argaez; Sargento 2º Teófilo Noris; Corneta, Antonio Rodríguez; Cadetes-alumnos: Joaquín Moreno, Pablo Banuet, Ignacio Valle, Francisco Leso, Antonio Sola, Sebastián Trejo, Luis Delgado, Ruperto Pérez de León, Cástulo García, Feliciano Contreras, Francisco Morelos, Miguel Miramón, Gabino Montes de Oca, Luciano Becerra, Adolfo Unda, Manuel Díaz, Francisco Morel, Vicente Herrera, Onofre Capelo, Magdaleno Yta y Emilio Laurent.

Prisioneros de la Plana Mayor

General y Director del Colegio Militar, Mariano Monterde; Capitán y profesor del plantel castrense, Francisco Jiménez; Tenientes: Manuel Alemán, Agustín Díaz, Luis Díaz, Fernando Pouncel; Subtenientes: Ignacio de la Peza, Amado Camacho, Luis G. Banuet, Miguel Pouncel y el Despensero del Colegio Militar, Eusebio Llantadas.

Lista de Heridos

Cadetes-alumnos, Andrés Mellado, Hilario Pérez de León, Agustín Romero y en forma adicional durante la batalla de Molino del Rey, el también cadete-alumno, Alejandro Algándar, del Tercer Batallón Ligero, había sido herido.

La Lista de los Cadetes Muertos

niñosheroese11sep14Esta se formó con los nombres de Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez Paniagua, Juan de la Barrera, Vicente Suárez, Juan Escutia y con el teniente Agustín Melgar, considerado éste como un cadete que murió en el cumplimiento de su deber, porque al momento de entrar en acción apenas se había graduado y aún no le era asignado puesto alguno en el Ejército Nacional, todos ellos que a partir de entonces son considerados Los Niños Héroes del Castillo de Chapultepec.

Fernando Montes de Oca, de 18 años y 4 meses, murió en el marco de una puerta que defendía abatido por la espalda de un tiro a manos de un soldado estadounidense que logró ingresar y darle muerte

Francisco Márquez Paniagua, contaba con apenas 14 años de edad, cuando murió abatido por un grupo de soldados invasores que le exigió su rendición, pero en lugar de ello mató a un enemigo y a su vez fue acribillado a mansalva.

El cadete y Teniente del Cuerpo de Ingenieros, recién egresado del Colegio Militar, Juan de la Barrera, tenía 19 años y tres meses al sucumbir a las balas enemigas, tras defender el hornabeque que se ubicaba al sur del Cerro de Chapultepec y donde después serían encontrados los cuerpos de sus compañeros, a quienes se identificaría como Los Niños Héroes.

Juan Escutia, de 20 años y seis meses de edad, que según el historiador José Manuel Villalpando, no era cadete, como se ha demostrado en un estudio reciente, sino que seguramente era un soldado del batallón de San Blas y su verdadero nombre era Juan Bautista Pascacio Escutia Martínez, cayó muerto en la ladera poniente del cerro, donde se instaló como francotirador en lo alto del acantilado y al caer sin vida, su cuerpo quedó sobre una gran roca, donde ahora luce una placa conmemorativa que fue colocada en 1970.

Vicente Suárez, de 14 años y cinco meses de vida, se enfrentó a bayoneta calada al invasor en su mismo puesto de centinela, donde al final de cuentas perdió la vida.

El ex cadete y ya Teniente egresado del Colegio Militar, Agustín Melgar, contaba con 18 años de edad al dejar de existir al día siguiente de la refriega, víctima de las heridas que sufrió al enfrentarse a bayoneta a sus enemigos, tras abandonar su parapeto de varios colchones en el dormitorio del plantel militar.

La oficialización de la ceremonia para recordarlos, al igual que a todos los que participaron en esa batalla, partió de la Asociación del Colegio Militar que en 1871 formaron varios sobrevivientes de esa lucha armada y que en 1878 promovieron la realización del evento ante los gobiernos de los generales Porfirio Díaz y Manuel González.

niñosheroesf11sep14Luego y por iniciativa del ex cadete y ex combatiente del Castillo de Chapultepec, ya en su calidad de arquitecto, Ramón Rodríguez Arangoity, en 1884, se dieron a la tarea de levantar un obelisco para perpetuar la memoria de Los Niños Héroes y que se situó en el lado poniente del cerro, al sur de la puerta principal del Colegio Militar y sobre las trincheras que sirvieron de fosa común a los soldados mexicanos caídos en combate.

Años después, en 1947, en la ladera del costado sur del Cerro de Chapultepec se ubicó una fosa común donde se hallaron seis cuerpos los cuales fueron oficialmente identificados como los pertenecientes a los seis cadetes muertos en 1847, los cuerpos fueron exhumados y colocados en urnas y el 13 de septiembre del mismo año se colocó una placa en el sitio.

Luego el 27 de septiembre de 1952 después de varias ceremonias públicas, como guardias de honor en la Plaza de la Constitución por parte de cinco cadetes y un oficial de varias de las academias militares fue inaugurado un monumento planeado por el arquitecto Enrique Aragón Echegaray, que era de forma semicircular y contaba con seis columnas que fue emplazado en lo que sería la terminación del antiguo Paseo del Emperado, hoy Paseo de la Reforma.

Al monumento en cuestión le fueron colocadas en sus seis columnas las urnas con los restos de un individuo en un nicho construido al efecto en cada columna, además al centro y bajo la estatua principal se ubicaron los restos del Coroene Felipe Santiago Xicoténcat.

Este monumento, al que se le dio el nombre oficial de Altar a la Patria, pero que en el presente se le conoce como el Monumento a los Niños Héroes, está dedicado a los combatientes contra la invasión estadounidense de 1846 a 1848 con la frase:

A los Defensores de la Patria 1846-1847

Tal fue la historia de quienes en el pasado lucharon gallardamente por heredarnos un México libre, como era el anhelo de aquellos que pugnaron por librar a la Nueva España del yugo español.

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