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La situación de los niños es un desafío para toda la sociedad: Iglesia Católica

  • Los hijos son la primavera de la familia y fuente de inspiración permanente: Carlos Alberto Alvarado Quezada

betilloAguascalientes, Ags., 27 de abril de 2015. (aguzados.com).- La situación actual de los niños es un desafío para toda sociedad, tenemos que apostarle a la educación de las nuevas generaciones partiendo de la base de la infancia, si no vamos formando a los niño, estos se convierten en adolescentes y jóvenes incultos, ignorantes, cuando una sociedad, un gobierno, una iglesia, cualquier institución, le apuesta por la educación desde la infancia, tendremos una sociedad mejor, transformada en una civilización de justicia, de paz, de amor, lo que tanto anhelamos en la vida de todo cristina, afirmó el vocero oficial de la Diócesis, Carlos Alberto Alvarado Quezada, en vísperas de la celebración del Día del Niño.

El presbítero señaló que las Sagradas Escrituras consignan que los hijos son la primavera de la familia y la sociedad, que son para todos nosotros una significativa fuente de inspiración permanente, porque son precisamente los hijos quienes examinan continuamente a sus padres, no solo lo hacen con sus frecuentes ¿por qué?, sino también con su rostro, unas veces sonriente y otras, velado por la tristeza.

Dijo que es como si todo su modo de ser reflejara una interrogante que se expresa de forma muy diversa, incluso en sus caprichos, y que podríamos traducir en preguntas como ¿mamá, papá, me quieres?, ¿soy en verdad un do para ustedes?, ¿me acogen por lo que soy?,  ¿se esfuerzan por buscar siempre mi verdadero bien?, preguntas que formulan más con la mirada que con las palabras, pero que obligan a los padres a asumir un gran responsabilidad y en cierto modo, para ellos es el eco de la voz de Dios.

Añadió que los niños nos remiten al horizonte de la vida, de colores, de luz y de cano, típico de la estación primaveral, naturalmente los hijos son todo esto, continuó diciendo el sacerdote,  son la esperanza que sigue floreciendo, un proyecto de vida que se inicia continuamente, el futuro que se abre sin cesar, representan el florecimiento del amor conyugal, que en ellos se refleja y consolidad.

Los niños al venir a la luz, traen un mensaje de vida que, en definitiva remite al autor mismo de la vida, al Todopoderoso, que al estar necesitados de todo, en especial durante las primeras fases de su existencia, constituyen naturalmente una llamada a la solidaridad, agregó.

Alvarado Quezada dijo que no por casualidad Jesús invitó a sus discípulos a tener un corazón de niño, a todas las familias debemos dar gracias por el don de los hijos y al mismo tiempo, acoger el mensaje que Dios nos envía a través de su existencia, desde el momento mismo de su nacimiento.

Pero por desgracia, detalló el presbítero, como bien lo sabemos, la situación de los niños en el mundo no es siempre como debería de ser, en muchas regiones y paradójicamente, sobre todo en los países de mayor bienestar, traer al mundo  un hijo se ha convertido en una elección realizarad con gran perplejidad, más allá de la prudencia que exige obligatoriamente una procreación responsable, se diría que a veces se le ve más como una amenaza que como un don.

Y qué decir del otro triste escenario de la infancia ultrajada y explotada, su situación es un desafío para toda la sociedad, un desafío que interpela directamente a las familias, nadie puede constatar mejor que los padres cuan esencial es para los hijos poder contar con ellos, con ambos, con su padre y con su madre, cuya existencia represente la complementariedad de sus dones.

Para concluir su intervención en la conferencia de prensa que ofreció en la Casa del Obispado, ante la ausencia de su titular, José María de la Torre Martín por encontrarse aún convaleciente, Alvarado Quezada aseveró  que la plaga del divorcio perjudica excesivamente a los niños, que triste es para él tener que resignarse a compartir su amor con sus padres enfrentados entre sí.

Muchos hijos de esas parejas, llevarán para siempre el trauma psíquico de la prueba a la que los ha sometido la separación de sus padres, por eso es responsabilidad de la sociedad en general y de cuanta institución educativa se trate, brindar al niño, desde su más tierna infancia, la enseñanza que va a requerir el resto de su vida para ser un hombre de bien, y a la iglesia le corresponde formarlo en los más altos valores espirituales para que sea digno a los ojos de Dios, concluyó el presbítero.

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