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COCINA POLÍTICA / Deber cumplido: Toño

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Socorro Ramírez O

Aguascalientes, Ags, 2 de febrero 2016.- (aguzados.com).- ¡Ya no hay políticos decentes! Exclamó mi amiga, la promotora empresarial Alma Palacios, mientras tomábamos un delicioso café “affogato” (expresso doble, con nieve de vainilla y crema dulce batida) en el Dhay Coffee, en Santa Anita.

Bueno –exclamó ella- con sus excepciones, claro. ¿Cómo cuál? Pregunté yo, más bien concentrada en el refrescante affogato que en el tema de la decencia en la cosa política. Como Toño Martín del Campo, aseguró ella, con plena convicción de su dicho. Como ya estaban llegando a nuestra mesa las frescas ensaladas, dejamos el tema de Martincito-Martín y abordamos el común entre ambas: la defensa de los animales y la búsqueda de justicia contra su abuso.

Almita Palacios se retiró y yo me quedé unos minutos más para un ajuste de tiempo, el que aproveché para reflexionar sobre la decencia política adjudicada a Antonio Martín del Campo, presidente municipal de Aguascalientes capital.

Exponer la verdad. Decir la verdad no es fácil cuando se está expuesto públicamente. Mucho tiempo ha, que el escritor francés Romain Rolland consideró revolucionaria la verdad. Pero Toño Martín, por lo menos hasta hoy día, parece ser un hombre que opta por decir las cosas como son: “ahorita por el momento no, no hay recursos para las 200 cámaras que es el proyecto centinela, para las 80 cámaras sí hay recurso, sí hay presupuesto, y se está pagando porque son subarrendadas, se está pagando lo que es fibra óptica, y si hay personal para esas 80 cámaras”. Pag. 24, 1 de febrero, 2016.

Conducirse con sencillez. Hombre serás cuando más te acerques a lo humano, y el idioma que hables sea sencillo, reza el verso de nuestro hidrocálido poeta José Luis Jiménez en su poema “Hombre”.

Es frecuente observar a nuestro presidente municipal, arribando o partiendo de eventos, sin la pléyade de acompañantes, escoltas y asistentes que suelen rodear a los hombres y mujeres de poder. Como frecuente es su vestir sencillo, aunque pulcro y su actitud comedida y afable.

Recuerdo hace un par de años, en que al término de un concierto de José María Napoleón, en la Plaza de la Patria, mi amiga Fernanda, se acercó al ingeniero Antonio Martín, para plantearle un asunto menor, de servicio público. El presidente municipal la escuchó con atención y le ofreció de inmediato una solución. Sin embargo, mi amiga Fernanda es conocida por su mala costumbre de prever en exceso las consecuencias de todo hecho; así que ahí la tiene a ella, planteando a Toño Martín del Campo todos los “peros” que se le ocurrieron: “pero qué pasa si…”, “oiga y si luego sucede que…” “sí, me queda claro, pero y si luego…” ¡Oiga Usted!

Mientras mi rostro más bien pálido, pasaba a un ligero rosado, y luego a rojo, y después a anaranjado hasta llegar a un morado-amoratado, por la pena ajena; mi pesada amiga Fernanda seguía en lo suyo, ante la valiente, plausible y francamente meritoria paciencia del señor Presidente Municipal, que estoico, resolvió todos los peros de la impertinente fercha, hasta que ella se despidió encantada de Martín del Campo, asegurando que era todo un caballero. ¡Hágame Usted el favor!

Cumplir con el deber. Sabido es que el ingeniero Antonio Martín del Campo, no llegó al Ayuntamiento 13-15, para realizar acciones de “relumbrón”.

Toño no tiene como vocación el espectáculo político. Solo vino a cumplir con su tarea de Alcalde, que se traduce en bien administrar la ciudad y proporcionar, a través de la administración pública los servicios necesarios para el confort ciudadano.

Conforme a su atribución legal, claramente establecida en el artículo 115 de nuestra Constitución federal; Toño Martín del campo se encarga de organizar la administración pública municipal y los servicios públicos de su competencia, asegurando la participación ciudadana y vecinal.

¡Hay algo más! Al margen de que Usted querida lectora y apreciable lector, considere que es válido o no, dejar un encargo público para acceder a otro; hay que reconocer que Toño Martín, decidió quedarse.

Sin duda, decidir permanecer como presidente municipal, a pesar de conocerse mediante encuestas, que su popularidad rebasa con mucho la del actual pre-candidato de su Partido a la gubernatura estatal; no debe haber sido fácil.

Creo que allá en su soledad, Toño Martín se encontró a sí mismo como un hombre de palabra, y decidió que su compromiso era, por el momento, con su ciudad y con los ciudadanos de la capital. Debe haber reconocido en sí mismo una obligación ética con quienes creyeron en él y le depositaron su confianza.

Creo que Toño Martín del Campo “Toñito-Martín”, como gustamos llamarle en esta cocina; deseó continuar con la misión encomendada, hasta tener la satisfacción de cumplir a cabalidad con la misma.

El pensador italiano, Antonio Gramsci, dice que “existe en la sociedad una amplia capa de políticos profesionales (lo que hoy se llama la clase política) que vive en y de la política con mala fe, sin convicciones éticas, haciendo de las actuaciones y decisiones públicas un asunto de interés privado”.

A esta “cocino-polis”, le queda claro que el ingeniero Antonio Martín del Campo, al decidir permanecer en la presidencia municipal de Aguascalientes en vez de abandonarla, para buscar la gubernatura del Estado (aún a pesar de su mejor popularidad); dejó de lado su legítimo interés privado, para privilegiar el interés público. Juzgue Usted, apreciable lector, estimada lectora.

Cafecito de olla recién preparado, para Toño Martín y para Usted querido lector, apreciable lectora; en esta su cocina en donde se come, se lee, se estudia y se conversa de todo; particularmente de política.

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